La coincidencia ha querido que Málaga esté desperezándose de unas lluvias torrenciales el mismo día que hace 35 años el cielo descargó con virulencia sobre la Costa del Sol. Los malagueños, de cierta edad, no olvidan (y aún menos con las inundaciones fresquísimas de este nuevo temporal que ahora se llama DANA, antes gota fría) lo que ocurrió el 14 de noviembre de 1989, cuando murieron seis personas y se produjeron pérdidas millonarias equivalentes a 600 millones de euros en 2024.
Un disparate en forma de tromba de agua que dejó la ciudad en estado de caos. Destrozos por todas partes y Málaga convertida en una balsa. Lo curioso es que 35 años después algunas zonas inundables como el entorno del Corte Inglés de nuevo ha sufrido unas inundaciones que han generado daños. Han pasado tres décadas y otra vez salen a la luz las deficiencias de entonces. Aunque todo gestionado con más recursos y mayor antelación (también por la crisis de Valencia), lo que ha hecho que no haya que lamentar víctimas físicas ni grandes daños.
Son miles de historias que se entrecruzan: la mujer que daba a luz en un día histórico en la ciudad; las personas mayores que salieron rescatados en helicóptero; los trabajadores que se quedaron atrapados con sus vehículos en medio de ‘la playa artificial’… Es raro que una persona de Málaga que tuviera consciencia en aquel momento no tenga una anécdota que contar al respecto.
El periodista de 101tv Toni Vertedor ha salido a la calle con el cámara de Curro Burgos para recoger los testimonios de los malagueños. Todos ellos han querido rememorar aquella jornada de angustia. Mucho sufrimiento el que padecieron ese día las familias a la espera de conocer donde estaban sus allegados. Las comunicaciones no funcionaban en Málaga y, evidentemente, los recursos no eran los que hay hoy ni había vídeos de mensajería instantánea ni una información tan actualizada.
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En el plano político y social, aparte de lamentar el fallecimiento de seis personas y cuantiosos daños materiales y físicos, destaca el hecho de que el alcalde de entonces, el ya desaparecido Pedro Aparicio (PSOE), estuviera en el momento de la inundación en Japón presentando el proyecto del PTA junto a José Rodríguez de la Borbolla como presidente de la Junta de Andalucía. El mando ante aquel diluvio universal que anegó Málaga lo asumió como alcalde en funciones Curro Flores.
Más tarde, Pedro Aparicio y los responsables que tuvieron que afrontar la gestión de los primeros días y toda la fase de recuperación posterior asumirían que aquello fue, quizás, lo más duro que vivieron al frente de las instituciones. Por fortuna, la coordinación institucional, los mensajes de alerta y la mayor concienciación ciudadana han evitado esta semana los desplazamientos innecesarios.
La historia se repite
José Luis Escudero, el hombre del tiempo en Málaga, explicaba esta misma semana en conversación con 101tv que la historia se repite. Este especialista en los partes meteorológicos cuenta cómo esa madrugada del 14 de noviembre de 1989 no pudo pegar ojo por las fuertes rachas de viento que golpeaban las persianas.
Eso sí, a primera hora de la mañana ya estaba conduciendo su moto por el paseo marítimo de la Malagueta engalanado con traje y corbata antes de tirar para su trabajo. En el camino se encontró con un vehículo destrozado a causa del viento y los peores presagios.
Sorprendido por la virulencia de los vientos a la altura de los Baños del Carmen y el tremendo oleaje, dio medio vuelta y se dirigió rápido hacia el Corte Inglés. Con su experiencia en la materia se dio cuenta que el verdor que impregnaba el cielo era el anuncio de tormentas muy graves.
Alertó a sus compañeros del Corte Inglés (una zona que en este 2024 ha sufrido de nuevo inundaciones importantes) para que quitaron los coches que tenían aparcados porque allí se podían generan unas inundaciones bastantes importantes. Más tarde llegaría el apagón, el caos y la tormenta, el diluvio universal que se cernió sobre Málaga, le dio la razón. Las imágenes de la calle Hilera, que todavía hoy se conservan en los archivos, le daban razón. Había empezado una catástrofe sin precedentes.