Rushdie ajusta cuentas en ‘Cuchillo’ tras su intento de asesinato: «Hay días que siento vergüenza por mi nula reacción». El escritor Salman Rushdie ajusta cuentas en ‘Cuchillo, meditaciones sobre un intento de asesinato’ tras el ataque que sufrió el pasado 12 de agosto de 2022 a cargo de una persona que le asestó doce cuchilladas durante una conferencia, con unas memorias en las que reconoce que todavía hay días en que siente «vergüenza» por su «nula reacción» en aquel momento.
«¿Por qué no luché? ¿Por qué no hui? Me quedé quieto como una piñata y dejé que él me destrozara ¿Tan flojo soy que no pude hacer ni el menor intento de defenderme? Hay días que siento engorro, por no decir vergüenza, ante mi nula reacción y nulo intento de defenderme», confiesa el autor de ‘Los versos satánicos’ en las memorias recogidas por Europa Press, que ven la luz este martes en Estados Unidos y Reino Unido y en España se publicarán este jueves de la mano de Random House.
Rushdie ajusta cuentas en ‘Cuchillo’ tras su intento de asesinato: «Hay días que siento vergüenza por mi nula reacción»
Rushdie fue atacado por Hadi Matar, un hombre de 24 años armado con un cuchillo, durante una conferencia en el estado de Nueva York. Tras el asalto, el escritor acabó con daños en el hígado y las manos, además de perder su ojo derecho en un proceso de recuperación que narra también en el libro.
El hecho tuvo lugar treinta y tres años después de que el régimen del ayatolá Ruhollah Jomeini emitiera una fetua contra él por su novela ‘Los versos satánicos’, acusándolo de blasfemia y pidiendo su asesinato. Rushdie explica en ‘Cuchillo’ que dos días antes del ataque tuvo un sueño premonitorio en el que era atacado y, por eso, no quería ir a la conferencia.
A lo largo de las páginas de ‘Cuchillo’, el escritor rehúsa dirigirse a su asaltante por el nombre de pila, refiriéndose a él como ‘A.’ porque dice que le ha visto «como a un asno», pero también como un «agresor» o «asesino potencial». «Todavía veo el momento a cámara lenta», afirma Rushdie, quien no obstante admite que los recuerdos de los días posteriores son menos claros.
«Me veo a mí mismo poniéndome de pie y volviéndome hacia él. Levanto la mano izquierda en un gesto de defensa. Él me hunde el cuchillo en la mano y después de eso me asesta varias cuchilladas más, en el cuello, en el pecho en un ojo, en todas partes. Noto que me fallan las rodillas y me desplomo», remarca en ‘Cuchillo’.
27 SEGUNDOS DE ATAQUE
Durante el ataque, que tal y como recuerda Rushdie duró 27 segundos, el agresor «repartía cuchilladas al tuntún, clavaba y rajaba como si el cuchillo tuviera una vida propia». Uno de los últimos recuerdos del escritor de ese momento es cómo se vio en un charco de sangre y pensó que se estaba «muriendo». «No fue una cosa dramática, ni siquiera especialmente horrorosa. Fue una sensación neutral, por así decirlo», apunta.
No obstante, también tiene palabras de agradecimiento para todos aquellos que le ayudaron a repelir el ataque, como el empresario Henry Reese, quien cruzó el escenario «a la carrera» y agarró al agresor. «Aquella mañana experimenté, casi simultáneamente, lo mejor y lo peor de la naturaleza humana», celebra Rushdie.
Dividido en dos partes, las páginas posteriores de ‘Cuchillo’ se centran en la recuperación y proceso de asimilación del autor tras el ataque sufrido. Por ejemplo, Rushdie cuenta los peores momentos a raíz de la pérdida de un ojo –y cómo tuvo que decidir si le extirpaban el globo ocular o mantenía cuidados preventivos–, además de desvelar que en un momento de la recuperación fue diagnosticado erróneamente de un cáncer de próstata.
CONVERSACIÓN IMAGINARIA CON SU AGRESOR
También hay un apartado en el que mantiene una conversación imaginaria con ‘A.’ durante su estancia en prisión y a la espera de una condena. «Quería entrevistarme con él, sentarme a solas y decirle: ‘Bueno, a ver, cuéntame’. Quería que me mirara a los ojos (bueno, al único que me quedaba) y me dijese la verdad», relata.
Tras el ataque, Ruhsdie confiesa que tomó la decisión de que no cambiaría su actitud ante la vida -«la única manera de no parecer una bomba con patas era comportarme, en público y con frecuencia, como si no hubiera absolutamente nada que temer», admite- y también celebra el seguir con vida. «Hubo errores por el camino, pero me alegro de haber vivido esta vida y he intentado vivirla lo mejor posible», asegura.
Asimismo, el autor se reafirma en su «discusión acerca de Dios» después del ataque, asegurando que su ateísmo «permanece intacto». «Nada de eso me ha convertido en creyente y en esta segunda oportunidad de vida eso no va a cambiar», concluye Ruhsdie, quien resalta que él ya tiene su «propio sentido ético» y que Dios «no legó la moralidad» al ser humano.