Los trabajos han sido costeados de forma íntegra por la Archicofradía y efectuados por la empresa Chapitel Conservación y Restauración S.L y se ha realizado en dos fases. La primera comenzó en octubre de 2023, consistente en la restauración y puesta en valor de las tres vidrieras con que cuenta la capilla: unas piezas de gran calidad, cuyo proceso de encargo y realización está muy documentado. La segunda fase ha consistido en la intervención ya propiamente sobre el retablo y el camarín que cobija a Nuestra Señora de los Dolores.
En el caso de los vitrales, el proceso se ha centrado en la limpieza y reparación de estas tres piezas, que relatan tres de los Siete Dolores de la Virgen María. El cuarto dolor: el encuentro de Jesús y María en la calle de la amargura (obra de Luicen Collinet, de París, 1925; el quinto dolor: Jesús muere en la cruz (obra del pintor Juan Almagro y cristalería de Morganti y Bayetini, 1941); y el sexto dolor: Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre. Las vidrieras han sido colocadas en un marco metálico dotado de una apertura que facilita su mantenimiento. Las vidrieras cuentan con un sistema de iluminación LED.
La segunda fase requirió de un proceso previo para solucionar graves problemas de filtración de aguas que afectaban a la pared y los muros. Una vez reconstruida la canalización de aguas y procedido a la impermeabilización de la estancia, pudieron comenzar los trabajos de restauración del retablo. Un retablo que es fruto de un proceso de unificación de piezas lignarias de los siglos XVIII, XIX y XX.
El actual retablo fue concebido en los años 40, bajo la dirección de Antonio Nadales con labores de carpintería y dorado del ebanista y carpintero Emilio Sánchez González.
Para ello, la Archicofradía adquirió en 1942 un retablo a un particular llamado José Abril, por 3.500 pesetas. Este retablo, de procedencia desconocida, se suma a otras nuevas piezas talladas exprofeso, así como a restos del retablo antiguo, destruido en 1936.
En las tareas preliminares, se descubre que el color original del fondo de gran parte del retablo es negro, por lo que la Archicofradía decide apostar por devolver su cromatismo primitivo, sumado a respetar únicamente los dorados de mejor calidad y estado. Además, el sotabanco del retablo ha requerido de una profunda reforma, desinfección de restos de carcoma e impermeabilización. A través de un marmoleado, que retoma los recursos propios de retablos de la zona de Archidona, de donde parece corresponder el retablo, se ha procedido a armonizar todo el conjunto.
Finalmente, el camarín también ha sido objeto de restauración, eliminando el zócalo de marquetería, recuperando los restos de pinturas más antiguos que han sido localizados y limpiando los dorados.
La rehabilitación de la capilla ha concluido con la reposición de las piezas de las molduras de escayola dañadas o desaparecidas y la colocación de una lámpara sobre el brazo existente para tal fin, que presentaba el eje descentrado y ha sido rectificado.