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La fiscal eleva a 17 años su petición de cárcel al terapeuta acusado de robar y matar a su camello en El Ejido

La fiscal eleva a 17 años su petición de cárcel al terapeuta acusado de robar y matar a su camello

La Fiscalía Provincial de Almería ha endurecido hasta los 17 años y medio de prisión su petición de cárcel para el terapeuta matar deliberadamente a un amigo al que también le compraba estupefacientes en su casa de El Ejido (Almería) al considerar que se produjo un robo con violencia y no un hurto en la sustracción del teléfono móvil que el acusado se llevó de la vivienda tras producirse los hechos.

Durante la última sesión del juicio con jurado celebrado en la Audiencia Provincial antes de la entrega del objeto de veredicto, la fiscal ha señalado que el contexto en el que se produjo la sustracción del teléfono determinaría la comisión de un robo con violencia en la casa de la víctima durante la mañana del 12 de julio de 2021, cuando tuvo lugar el suceso.

En este sentido, ha mantenido en base a las declaraciones de los testigos y la pericial practicada en sala que el acusado tuvo en todo momento la «intención de matar» a la víctima puesto que, según ha concluido, «no se ha probado que hubiera pelea o lucha» en la que el acusado actuara para «salvar su vida» o en «legítima defensa», sino que lo hizo a «sangre fría» y «con brutalidad y desprecio» a la vida del finado en el marco de un supuesto robo.

Así, ha incidido en la declaración prestada por los forenses que examinaron el cuerpo de la víctima y determinaron que las heridas provocadas con un cuchillo se habían dirigido a «zonas vitales», como el pecho y la cabeza, donde le ensartó de una puñalada los diez centímetros de hoja del arma homicida. «Los forenses necesitaron ayuda para poder sacar el cuchillo de la cabeza cuando el acusado dijo que le había dado un golpecito», ha apostillado para dar cuenta de la fuerza del ataque.

«No hubo ni pelea ni forcejeo, porque no hay signos de pelea ni de lucha, según los forenses», ha insistido la representante del Ministerio Público ante las muestras de este «ataque violento» y el hecho de que únicamente se hallara ADN del acusado en una uña de la víctima, sin que se produjera una transferencia mayor como consecuencia de un forcejeo cuerpo a cuerpo.

La fiscal ha atendido también la declaración de los agentes y efectivos de los servicios de emergencias que accedieron a la vivienda por un balcón antes de poder abrir la puerta, que contaba con una llave puesta por la parte de dentro, y encontraron un «escenario preparado» con un «ventilador», «incienso» y un «respiradero tapado» para disimular olores dentro de un «domicilio desordenado» en el que «alguien había buscado» enseres y en el que «no se encontró droga pese a que la víctima era traficante».

De igual modo, ha incidido en que el cadáver de la víctima se hallaba «arrinconado en el fondo de la cocina» y «no en la entrada» pese a que el acusado declaró que entró en la estancia antes que su amigo, lo que lo habría ubicado en la parte más alejada de la puerta; una de las múltiples «mentiras» que, según la fiscal, contado el encausado durante el juicio en el que aseguró que abandonó la vivienda sin ser consciente de la gravedad de las heridas que tenía su amigo, el cual le habría atacado primero.

Junto a ello, ha señalado que las colillas halladas en la vivienda fueron el «detonante» para identificar a través del ADN al acusado, quien habría permanecido en el domicilio «varias horas» en base a la posición de los teléfonos móviles antes de marcharse a Roquetas de Mar, donde hizo entrega del terminal telefónico de la víctima a otro toxicómano. «En este caso hizo un dos por uno: dio el teléfono para deshacerse de él y a cambio pudo conseguir droga», ha estimado.

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«SOLO QUERÍA SALVAR SU VIDA»

Por su parte, el abogado de la defensa ha apuntado que su patrocinado tan solo pudo haber cometido un «homicidio imprudente», por el que pide un máximo de cuatro años de prisión condicionado por atenuantes de legítima defensa, haber actuado bajo los efectos de sustancias estupefacientes y confesión extemporánea, al considerar que terminó por confesar los hechos en una segunda declaración ante las autoridades.

«D. no quería matar, quería salvar su vida porque estaba en una situación angustiosa de dos minutos en los que vio que la perdía», ha afirmado el letrado, quien ha sostenido que el acusado se vio en una «situación de estrés» que le llevó a una reacción posterior «impredecible».

Para la defensa, no ha podido acreditarse que el acusado fuera a la vivienda de la víctima para cometer un robo y matar a su amigo al entender que ni tan siquiera existe un móvil claro para ello.

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Así, ha apuntalado la versión dada por el acusado, quien habría pasado la tarde anterior con el víctima antes de marcharse de su casa y haber consumido drogas por la noche para acudir hasta la vivienda de El Ejido a la mañana siguiente, donde encontró a la víctima «nervioso, con la cara roja y los ojos desencajados», lo que le habría llevado a abalanzarse sobre el acusado.

«Le atacó y D. paró el ataque», ha explicado para justificar los cortes que el acusado tenía en las manos, de manera que, según ha considerado, fue durante el forcejeo cuando se produjeron las heridas en el costado y en la cabeza, aunque ninguna de ellas fueron «mortis causa», según ha alegado al entender que, de recibir asistencia médica, la víctima podría haber sobrevivido.

Para la defensa, «no cabe duda de que existió forcejeo» y de que la muerte de la víctima se produjo durante «la madrugada aproximadamente», de modo que pasó «diez horas desangrándose». Con ello, ha asegurado que el acusado «solo quería salir de allí» y, por tanto, lo único que hizo fue «defenderse».

«NO SUPE VALORAR LA SITUACIÓN»

En su derecho a ejercer la última palabra, el acusado ha manifestado que no entró en casa de la víctima el día de los hechos «con intención de nada» ni «buscando una agresión». «Tengo que lamentar que no supe valorar la situación o actuar otra manera, no quería hacer otra cosa que no fuera defenderme y salir de allí corriendo», ha sostenido.

El terapeuta se ha reconocido como consumidor de estupefacientes en el momento de los hechos, por lo que ha asegurado que ya por entonces «estaba dejando de dar terapia porque era contradictorio con lo que estaba haciendo» y no se veía «responsable de otras personas».

El jurado ha quedado emplazado por la magistrada presidenta Alejandra Dodero para recibir el objeto de veredicto y comenzar la deliberación antes de emitir un pronunciamiento.

 

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