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Proliferan los salones de uñas ilegales, aumentando los riesgos para las clientas

El claqueteo de las uñas al escribir en el móvil cada vez es más habitual entre las mujeres. En España ya son nueve millones las usuarias recurrentes que demandan servicios de uñas,  lo que da lugar a la contratación de 40 millones de servicios de tratamiento y decoración de uñas profesionales a lo largo de un año, según datos de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética. Proliferan los salones de uñas ilegales

Se trata de una tendencia que en los últimos años ha aumentado exponencialmente, gracias a figuras como Rosalía, Rihanna o Kylie Jenner, entre otras. Pero de la mano de esta moda, también han proliferado los negocios ilegales de uñas. Cada vez son más las personas que acuden a estos locales en vez de a manicuristas profesionales. Así nos lo ha confirmado Veronia Maurin, manicurista y dueña del centro de estética ‘Oh la la’, quien confiesa que dentro del sector no para de resonar este cambio de rumbo.

Proliferan los salones de uñas ilegales

Veronia Maurin sostiene que esta clase de negocios también tienen sus riesgos, ya que algunas de ellas no han recibido la formación adecuada para desempeñar esta profesión, mientras que en otros locales ilegales tampoco se cumple con las normas sanitarias estipuladas. De esta manera, las clientas pueden sufrir hongos en sus uñas u otras dolencias que podrían llegar a ser irreversibles.

Sin embargo, asegura que no se trata de una cuestión de competencia desleal. Entiende que los costes para abrir un local de uñas son muy altos, lo que también conlleva que los pequeños comercios muchas veces no pueden permitirse dar de alta a nuevas manicuristas. Por ello, pide ayudas a las instituciones para que la contratación sea menos costosa y que emprender un negocio no requiera de una gran inversión.

Además, denuncia a otros dos agentes en esta situación irregular: las clientas que acuden a los locales ilegales y las tiendas que les venden materiales. Aunque en el primer caso vuelve a ser comprensiva, ya que al tratarse de personas jóvenes, asume que no tienen el poder adquisitivo cómo para permitirse pagarse una manicura profesional.

No obstante, no hay que olvidar que acudir a sitios no aptos conlleva sus peligros, en un negocio que cada vez llega a más gente y que no tiene visos de frenar este ascenso de popularidad.

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