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Se acabó la fiebre por Turquía: los injertos de pelo, cada vez más accesibles

Los viajes a Turquía para someterse a injertos de pelo son cosa del pasado, y es que la comodidad, cercanía y seguimiento imperan a la hora de elegir una clínica. Martín Moniche es un paciente malagueño que se sometió a un injerto de pelo hace a penas un año. Admite haber elegido una clínica cercana por la seguridad y cercanía que le transmite. «El precio va acorde a la garantía que te dan», afirma, ya que «por 3.000 euros menos pueden llegar a hacerte un desastre».

Asimismo, Moniche enfatiza en el seguimiento activo y cercano: «Si te vas a otro país, ¿qué seguridad tienes si se te infecta o hay algún problema?». Los días posteriores a la intervención son muy delicados, ya que a penas se puede dormir, y requiere de unos cuidados específicos, lo que describe Moniche como algo «imposible de hacer correctamente si estás de viaje».

Por su lado, el doctor César Guidi, de Clínicas Dr. Guidi, considera que lo que marca la diferencia a la hora de elegir cirujano es «tener a alguien cercano» a quien acudir, ya que el proceso post-operatorio «es complicado», ya que hay fases de caída y de heridas que deben ser tratadas y revisadas.

 

Sin miedo a la estética

Además, Guidi confirma, bajo su experiencia, que el paso de los hombres por la estética siempre comienza por las intervenciones de trasplante o injerto de pelo. Moniche, a su vez, opina que los hombres han dejado de ver los procedimientos estéticos como una pérdida de su masculinidad, y ahora se percibe como una preocupación y culto por el físico.

«Hace décadas, cuando te daban la noticia de que te estabas quedando calvo, te resignabas. Ahora hay muchas opciones para quienes no quieren llegar a ese punto», ha comentado el cirujano. Añade que estamos «en la era del conocimiento», y que eso está conllevando a que las personas conozcan cómo solucionar sus complejos y mejorar su autoestima.

Siguiendo esta línea, Moniche reconoce que su principal motivo para someterse al injerto de pelo fue para sentirse «más joven y guapo», no por burla ajena o sentimiento de pérdida de masculinidad. Y es que los efectos de someterse a un injerto de pelo van más allá de conseguir más densidad capilar. El doctor Guidi asegura que las consecuencias sobre la autoestima son inmediatas: «Se ven al espejo y se sienten más seguros de sí mismos, y eso afecta incluso a la energía y al bienestar».

 

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