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Crisis? What Crisis?

Corría el año 1975 y el grupo británico Supertramp sacó su cuarto disco titulándolo Crisis? What Crisis?, para acallar los rumores de crisis creativa tras su exitoso tercer elepé. Haciendo analogía de este título con el mundo de las cofradías malagueñas, cabemos preguntarnos si existe crisis y que clase de crisis.

Desde hace años se viene hablando de las exiguas filas de nazarenos en una gran parte de cofradías pasionistas, de las muchas túnicas que se quedan colgadas en los armarios de las albacerías, de la falta de hombres de trono en hermandades puntuales que año tras año cambian de personal en los varales. Y si a todo ello le sumamos la travesía en el desierto que hemos pasado todos con la pandemia del Covid-19 desde marzo de 2020, pues tenemos una gran crisis que se está reflejando en los periodos de tallaje y reparto de túnicas nazarenas en estos meses.

Esto lo podemos comprobar en los mensajes que lanzan las cofradías en sus redes sociales ampliando el periodo de entrega de túnicas y dejando ver que, a 40 días del Domingo de Ramos los encargados de los repartos y tallajes van a estar hasta último momento acoplando la procesión y las tallas de los portadores.

La cultura nazarena no está implantada en esta ciudad, y como escuché en una tertulia, muchos de los que forman parte del cortejo de una procesión se disfrazan de nazarenos en vez de revestirse con el hábito penitencial para alumbrar a la imagen de Cristo o de su Santísima Madre y dar testimonio público de fe.

Mi carácter pesimista de la vida me hace cuestionarme si las cofradías han descuidado la formación, uno de los tres pilares en las que se fundamentan las corporaciones nazarenas. Si hablamos de formación, hablamos de personarse en colegios religiosos para encontrar la cantera que llene las filas de nazarenos y explicar el rito y la tradición de llevar el hábito. Hablar de formación es concienciar al Hombre de Trono que, tras portar a la imagen venerada, debe seguir acompañándola revestido con una túnica y un capirote. Hablar de formación es concienciar a parte de la curia eclesiástica, que los cofrades nos somos unos “frikis” cristianos que lo único que nos gusta es llenar de velas, flores e incienso los cultos de reglas. Que necesaria es la formación.

Por ello esta crisis de identidad y de fe que estamos pasando, debe abrirnos los ojos a los cofrades para revertirla y buscar soluciones en la juventud y en hacer que los mayores no se sientan desplazados de sus propias hermandades.

Francisco Marmolejo Domínguez

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