La excusa fue el confinamiento por la pandemia. Decidieron mudarse a su casa de campo, ubicada en la zona de la Isla, en Álora, para disfrutar de la calma de vivir fuera del núcleo urbano. Desde entonces, Patricia Hidalgo vive allí con su marido David y sus dos hijos pequeños, pero nunca habría imaginado vivir lo que vivió el pasado martes. Se despertó como un día cualquiera. Mientras sus pequeños desayunaban, su marido le pidió que saliera con el coche mientra él le liberaba el camino de obstáculos y así comenzó a preparar sus cosas.
La lluvia comenzó a apretar y cuando fue a coger el coche con sus hijos, se dio cuenta de que las ruedas ya estaban completamente cubiertas. Fue en ese momento cuando decidió volver a casa para refugiarse, con el miedo de quedarse atrapados en el coche tratando de salir a la zona urbana. “Tenemos dos plantas en casa y mi punto de referencia era contar los 15 escalones que tenemos, para saber cuánto subía el agua”, cuenta a 101 Televisión la mujer afectada, que asegura que comenzó el día como un día cualquiera.
El relato de un malagueño que vive de primera mano la trágica DANA en Valencia
“Fue cuestión de segundos, de repente los juguetes de mis hijos empezaron a flotar y ese fue uno de los momentos más angustiosos porque al final son sus cosas, sus momentos de arraigos que se iban con la corriente”, señala la malagueña quien, en momentos de plena tensión, tuvo la idea de ponerse a jugar con sus hijos, así como a dibujar y hacer figuras con linternas en la pared, “todo para que ellos no se dieran cuenta de la gravedad”.
Así fue como los dos menores vivieron el rescate: como una aventura. En esos mismos momentos, la luz se fue, con lo que Patricia vio cómo sonaban los helicópteros en los alrededores, poniendo su móvil en modo avión por la escasa batería y llamando a emergencias. “La que me dio la lección fue mi hija porque cuando vino el helicóptero y yo me agobié buscando la mochila con la documentación, y ella fue la que me dijo que había que mantener la calma”, asegura.
Desde su ventana, Patricia también veía cómo el resto de sus vecinos esperaban en los tejados para ser rescatados, llenos de agua y sin poder hacer nada. En cuanto llegó el momento del rescate, “todo fue muy rápido, cuestión de segundos”, sostiene Patricia, quien añade que son sus hijos los que les han dado “una lección”, aún con lágrimas en los ojos.
“Quiero dar las gracias a todos los efectivos que estuvieron ayudándonos y rescatándonos que fue nuestro ángel”, añade. De momento, no han podido volver a casa, por lo que permanecerán un tiempo viviendo en otra casa, después de haber cogido sus pertenencias esenciales, ya que, entre otras cosas, la malagueña tiene claro que esta situación es algo inimaginable pero que, una vez se vive, pierde valor todo lo material.