Todos conocemos el origen del sobrenombre de la Catedral de Málaga. Todos sabemos que al Primer Templo de la Diócesis se le conoce como La Manquita, pero ¿sabemos el origen de las piedras con las que se construyó la única torre de la Santa Iglesia Catedral Basílica de la Encarnación?
Y es que podemos decir que la Catedral es «muy» malagueña, ya que los cantillos con los que construyó uno de sus elementos más diferenciales, su única torre, salió de una cantera de la Axarquía, concretamente de la del yacimiento de San Pitar, en el término municipal de Vélez-Málaga.
Emilio Martín, es arqueólogo y una de las personas que más a estudiado la historia del yacimiento de San Pitar. Martín apunta a la gran reforma que se realizó en el templo malagueño en el siglo XVIII, cuando están «preocupados en buscar una gran cantera, porque se necesitaba mucho cantillo».
El arqueólogo explica que no solo estaba San Pitar en esa época, pero que «el testimonio más notable que tenemos de esta cantera, el más impresionante y el más vistoso, está en la Catedral de Málaga, en la torre que tiene, la única torre que tiene».
Los bloques de caliza
El tipo de piedra utilizada en la elaboración de estos cantillos es la arenisca caliza. Este tipo de piedra es ideal para hacer cantillos o incluso, apunta Emilio Martín, «para hacer obras decorativas, como el ejemplo que tenemos en la Iglesia del Sagrario de Málaga».
Martín apunta a que el punto de máximo apogeo de la cantera de San Pitar estuvo en la época de la remodelación del Primer Templo malagueño, entre mediados y finales del siglo XVIII, «son 50 o 60 años, en los que incluso se construye una Ermita en la cantera para favorecer a los trabajadores y que no tengan que salir del complejo para asistir a la misa de los domingos».
Desde San Pitar hasta Málaga. ¿Y cómo llegaban los cantillos a la capital de la Costa del Sol? Emilio Martín explica que constaba de dos procesos. Cuando «el cantillo ya estaba preparado, se repiqueteaba un poquito, y se trasladaba en carreta hasta un embarcadero que estaba a la altura del Castillo del Marqués y ahí, en barcos horizontales, el cantillo llegaba al puerto de Málaga, se descargaba y ya lo terminaban de labrar para utilizarlo en las obras catedralicias».
