Una melodía hipnotizante se cuela por debajo de la puerta de la Sala Benalmádena. Hasta los azulejos del espacio de La Térmica se dejan llevar por las directrices de la maestra. «Mirad lo grande que es la sala, ocupad el espacio, vamos a ser consciente de él», indica la coreógrafa malagueña Luz Arcas, galardonada con el Premio Nacional de Danza 2024 hace unos meses. A su alrededor, una veintena de personas fluyen al ritmo de la música.
No todos los días se tiene la oportunidad de aprender de alguien que lleva la danza en las venas, y esta vez, estas personas mayores de 65 años lo hacen siendo además candidatos a convertirse en parte del elenco de su ‘Tríptico de la prosperidad’. Es con su compañía La Phármaco con la que la bailarina ha estado esta semana, durante dos días, impartiendo un taller de movimiento para elegir a seis de los protagonistas de ‘La buena obra’, tercer capítulo de su tríptico.
Una obra que está protagonizado por ocho personas, seis de ellas seleccionadas de este taller de formación, en el que se ha trabajado con materiales de la obra y, además conociendo de cerca el trabajo Luz Arcas y formando parte documental que la directora malagueña Toñi Martín está realizando sobre este proceso.
Una vez elegidos, los debutantes realizarán del 10 al 14 de febrero sesiones de trabajo remunerado para participar en el espectáculo final, que será el próximo 15 de febrero en el auditorio Edgar Neville de la Diputación Provincial de Málaga y los participantes están muy ilusionados. “La experiencia ha sido muy liberadora y gratificante, vivo en un Cohousing de personas rodeada de sillas de ruedas y taca tacas, por eso me gusta compensar con experiencias como esta”, asegura Benita, de 77 años, tras finalizar el taller.
Junto a ella, Víctor Hugo, un argentino de 67 años cuenta a 101 Televisión que lleva diez meses en España y cuando vio esto sintió que era una oportunidad de poder insertarse en el ambiente cultural de la ciudad. “Han sido dos días formidables, lo hemos pasado muy bien y Luz ha sido brillante”, reconoce el de Córdoba. Asimismo, Alina Wilson, de Indonesia, señala a sus 73 años que está muy ilusionada con la idea de poder ser una de las seleccionadas.
«He tenido la oportunidad de conocer además a mucha gente súper amable, interesante y con talento, esto nos ha hecho ver cosas que no sabíamos, se siente como sacar lo que tienes dentor y superarte a ti misma y eso es muy gratificante», confiesa. A la espera de conocer quienes son los seleccionados, este taller ha estado marcado por un fuerte trabajo de mediación social, abordando la obsolencia del cuerpo contada en primera persona.
Sobre la obra ‘Bekristen / Tríptico de la prosperidad’
Fue en 2015 cuando Luz Arcas acudió a Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, para realizar un proyecto de danza y en la antigua colonia española germinó ‘Bekristen / Tríptico de la prosperidad’. El primero de los cuadros que pinta la coreógrafa malagueña junto a las bailarinas Danielle Mesquita, La Merce, Javiera Paz, Georgina Flores y Raquel Sánchez se titula ‘I La Domesticación’. La obra, que se estrenó en 2019 con la coproducción de Teatros del Canal de Madrid, relata la exuberancia del principio, la fuerza de los cuerpos, la potencia de la carne y la brutalidad de sus instintos, domesticados por la, también, violenta civilización.
A esto se une el cuadro central del tríptico, ‘II Somos la guerra’, que se estrenó en 2021, coproducido por el Centro de Cultura Contemporánea de Conde Duque. Una obra rota, hecha de fragmentos, mojada de lágrimas y sudor, en la que se baila la guerra del trabajo, la violencia del parir, la vida como calvario y la esperanza de la prosperidad futura y la descendencia como salvación.
Por último, el relato final brotó de la última vez que Luz Arcas visitó a su abuela en la residencia de ancianos. «Pensé que no hay nada que nos dé más miedo que los cuerpos que huelen a muerte, pensé en la obsolescencia de los cuerpos, en los cuerpos-residuo, en la residencia como un punto limpio de objetos tecnológicos, un vertedero de lo que no cabe en el mundo y que esperamos pacientemente a que el tiempo haga desaparecer», relata la coreógrafa.
En ‘La buena obra’ el espectador asiste al olvido como proceso biológico, histórico y cultural y ve unos cuerpos mayores de 65 años, al margen de la rueda de la economía y oficialmente improductivos que se desintegran ante sus ojos. Y ahora llega a Málaga de la mano de La Térmica.