Los años pasan y el fútbol, como la vida, no espera a nadie. Pero, aunque el ritmo frenético de sucesión de acontecimientos hace que lo ocurrido hace escasas horas se convierta en pasado lejano, hay momentos que perduran en la eternidad. El imaginario malaguista cuenta con varias anécdotas que contar a generaciones venideras como la exitosa época de Joaquín Peiró o el indescriptible ascenso en el minuto 122 del pasado junio en Tarragona. Aunque no todos los recuerdos son lindos.
Los traumáticos descensos dejan una profunda huella en el aficionado, aunque fue la dura derrota en la etapa más lumbrosa la que se mantiene en la piel de los blanquiazules. 12 años se cumplen desde aquel 9 de abril del 2013 en el que los boquerones rozaron las semifinales de la Uefa Champions League con la yema de los dedos y se despidieron de manera abrupta en el último suspiro. Cuando Graham Chambers, cuarto árbitro del encuentro, mostró la tablilla con el descuento, los de Manuel Pellegrini contaban con una renta de dos goles, al haber empatado a cero en la ida en La Rosaleda y estar venciendo por un gol (Lewandowski, 40’) a dos (Joaquín, 25’ y Eliseu, 82’). Sin embargo, todo se torció en los últimos instantes, con un terrible desenlace para el Málaga.
Marco Reus igualó el marcador en el 91’ e incendió el Signal Iduna Park. Aún eran semifinalistas los costasoleños, hasta que se completó el desastre. El equipo arbitral, formado por el mencionado Chambers, los asistentes Derek Rose y Alasdair Ross y liderado por un Craig Thomson (todos escoceses) que ya había perdonado una durísima entrada de Bender sobre Baptista y había pasado por alto una más que posible segunda amarilla a Schmelzer por una falta a Jesús Gámez, prefirió no advertir uno de los goles ilegales más recordados de la historia reciente de la competición. Felipe Santana remató una jugada en la que cuatro futbolistas amarillos estaban en posición de fuera de juego. Adelantado a la defensa malaguista por una brecha que aún perdura y que lo hará por el resto de los tiempos. Para los más de 2.300 malaguistas presentes en Dortmund, para los que lo siguieron desde la distancia y para los que, sin ser afines al equipo blanquiazul, recuerdan con cariño aquel Euro Málaga que tan bien jugaba con jugadores icónicos. Ya se cumplen 12 años de una brecha que no se podrá cerrar jamás.