La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ha efectuado una revisión de los efectos de la COVID-19 en pacientes con enfermedades respiratorias previas, en la que ha constatado que las personas con apnea obstructiva del sueño (AOS) y cáncer de pulmón no solo tienen más riesgo de contraer la COVID-19, sino también de morir por esta causa.
Al menos el 75 por ciento de los pacientes hospitalizados por COVID-19 tienen una morbilidad concomitante a esta enfermedad. También se ha demostrado que las personas con enfermedades crónicas subyacentes tienen más probabilidades de contraerla y de enfermar gravemente.
Las personas con COVID-19 y peor pronóstico son aquellas que tienen antecedentes de trastorno cardiovascular, cáncer, obesidad, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), diabetes o enfermedad neurológica. Además, son más propensas a sufrir el síndrome de dificultad respiratoria aguda o neumonía.
La COVID-19 afecta al sistema respiratorio de diversas maneras y tiene un espectro de gravedad que varía en función del sistema inmunitario de la persona, la edad y las comorbilidades que tiene.
Los síntomas pueden variar desde leves, como tos, dificultad para respirar y fiebre, hasta enfermedades críticas, que incluyen insuficiencia respiratoria y fallo multiorgánico. Por lo tanto, la infección por COVID-19 puede causar un empeoramiento de estas enfermedades.
Esta revisión de SEPAR, publicada en ‘Archivos de Bronconeumología’, la revista científica de SEPAR, ha estudiado qué efectos tiene la COVID-19 en enfermedades pulmonares previas, muy importantes por su gravedad y/o alta prevalencia, como son la AOS, el cáncer de pulmón, las bronquiectasias, la fibrosis quística, la EPOC, el asma, las enfermedades vasculares pulmonares, las enfermedades intersticiales y el tabaquismo.
«Algunas de las consecuencias de la COVID-19 en las enfermedades respiratorias ya las sabíamos o intuíamos, pero era necesario realizar una revisión exhaustiva de los efectos de la COVID-19 en nuestros pacientes respiratorios, puesto que el órgano diana de esta enfermedad es el pulmón. Tras esta revisión, podemos afirmar que ciertamente los pacientes que tienen una enfermedad pulmonar subyacente pueden empeorar estas condiciones, al estar expuestos a la COVID-19 y estar predispuestos a contraerla», ha destacado el doctor Eusebi Chiner, neumólogo y director de SeparPacientes, y primer firmante de este artículo.
La revisión concluye que la apnea obstructiva del sueño (AOS) por sí misma ya es un riesgo de neumonía. La AOS no tratada es un factor de riesgo de mortalidad independiente y se ha detectado en el 75 por ciento de los pacientes hospitalizados por COVID-19, según diferentes estudios referenciados en la revisión.
Entre estos, un metaanálisis reciente de un total de 21 estudios con 54.276 pacientes con COVID-19 ha mostrado que la AOS se asoció a COVID-19 grave, más ingresos en la UCI, mayor necesidad de ventilación mecánica invasiva (VMI) y mortalidad.
Existe una interacción entre obesidad y AOS, de modo que un mayor número de pacientes obesos requirieron ingreso en la UCI y hasta 7 veces más VMI. En estos pacientes, tener un índice de masa corporal (IMC) igual a 35,35 es un factor independiente de mortalidad, se expone en el estudio.
Además, la AOS y la COVID-19 son estados proinflamatorios, por lo que la inflamación sistémica crónica previa por AOS no tratada sería un factor predisponente.
Tanto la COVID 19 como la obesidad y la AOS aumentan los niveles del factor 1-alfa inducible por hipoxia, que aumentan la tormenta de citocinas que luego se produce en los pacientes con COVID-19 y los que tienen insuficiencia orgánica posterior.
La hipoxemia (falta de oxígeno en la sangre debido a la respiración que se interrumpe de forma intermitente durante las apneas) puede provocar un estado procoagulante que luego conduce a la formación de coágulos, también característicos de la COVID-19.
Por otra parte, los pacientes con cáncer de pulmón también son más susceptibles a contraer la COVID-19 y sufrir más complicaciones por ella que la población general. Se ha estimado que la COVID-19 tiene una incidencia de 0,9 por ciento en pacientes con cáncer de pulmón frente al 0,5 por ciento en la población general y las tasas de hospitalización y mortalidad también son más altas en estos pacientes.
Esta mortalidad por COVID-19 de los pacientes con cáncer de pulmón fue del 52,3 por ciento en pacientes con cáncer de pulmón frente al 10,2 por ciento en la población general.
Estudios retrospectivos han informado de una tasa de infección por COVID-19 y complicaciones graves hasta 2,31 veces mayor que en la población general o en pacientes con otros tipos de cáncer. En el caso del cáncer de pulmón se interrumpieron los programas de cribado existentes en el mundo (en España, se encuentra en ciernes). Debido a esta circunstancia y al solapamiento de los síntomas con la COVID-19 ha habido un infradiagnóstico de casos o se ha retrasado su diagnóstico.
TABAQUISMO Y VAPEO, FACTORES DE RIESGO DE COVID-19
En cuanto al tabaquismo, aunque inicialmente algunos autores sostenían que la nicotina podía ser protectora frente a la COVID-19, nuevos estudios han constatado que no hay duda de que el tabaquismo actual y pasado produce una forma clínica más grave de COVID-19 y lleva a los pacientes a ingresar en UCI, a ser intubados y a morir.
Este riesgo es mayor en fumadores habituales que en los ocasionales. Los autores destacan que «claramente, fumar es un riesgo independiente de tener progresión de COVID-19, incluida la mortalidad y las personas que fuman tienen mayor riesgo de desarrollar COVID-19 sintomático».
Asimismo, advierten de que «se han encontrado hallazgos en la misma línea entre el consumo de cigarrillos electrónicos y la COVID-19: los vapeadores experimentan una mayor frecuencia de síntomas relacionados con la COVID-19 en comparación con los no vapeadores de la misma edad y género».