No todo es ganar en el fútbol, aunque sea lo más importante y el Málaga lo necesite, especialmente a domicilio. En Ipurua, los blanquiazules se llevaron un empate sufrido, luchado y más que merecido. Porque se pudo recuperar del golpe de verse ganando 0-1 y en un minuto y medio verse por detrás tras un controvertido penalti y un bajón enorme. Pero en el 81 encontró el premio a su fe y, al menos, rescató un punto ante el Eibar.
Pudo merecer algo más porque el Málaga jugó, quizás, el mejor partido a domicilio de la temporada. Lleno de motivación, secó a los armeros durante 24 minutos. Le dio tiempo a marcar en su primera llegada al área de Yoel. Un centro de Víctor Gómez encontró a Sekou. Y la pantera fijó su presa y la cazó. Minuto 6 y 0-1. El Eibar no sabía de dónde le venían los golpes ante un rival desatado y que se gustaba.
Pero aquello de «en casa del pobre…», pues eso. Con todo controlado, una internada por la izquierda dejó a Lombán tiritando por los suelos viendo cómo el árbitro, tras un paradón de Dani Martín, volvía los pasos atrás para pitar penalti por manos. El capitán no se lo quería creer. Stoichkov, aquel al que Al Thani negó su fichaje, anotó la pena máxima. Un minuto después, tras un pase magistral de Edu Expósito en el inicio de la jugada, era Corpas, un ex del Marbella, quien firmaba la remontada. En un pestañeo, del 0-1 al 2-1.
A los blanquiazules les dio un ataque de nervios. Las rodillas no sostenían los cuerpos y el Eibar bailaba por malagueñas. Movían la bola, especialmente por el flanco izquierdo de su ataco, sin casi presión, con suma comodidad. Menos mal que se dedicaron a no mirar a portería a pesar de que Blanco Leschuk y Stoichkov andaban por ahí.
Tras la reanudación, sin cambios, la cosa se puso más fea aún. Penalti por supuestas manos de Víctor Gómez. Que las hubo, pero que llegaron de rebote tras haberle dado en el costado. Increíble que desde el VAR acepten eso como penalti. Es como lo del pulpo como animal de compañía. Expósito tiró de justicia y falló el disparo. Había partido.
Y Sekou se encargó de avisar con un regalito de Navidad. Un cabezazo con todo a su favor se lo dio a Yoel. Blandito, mucho. Mas aún quedaba tiempo. Primero, para disfrutar del toque y la clase de Dani Lorenzo. Otro del filial que ha venido para quedarse. Y luego de Hicham, sí. Por fin apareció el marroquí sobre el campo y mostró la fe que se le tiene y la que él tiene.
El extremo revolucionó a sus compañeros y se inventó la asistencia para que Brandon anotase el empate. Había tiempo para más, pero al final los dos equipos se conformaron con las tablas.