La mitad de la sociedad no percibe una situación de riesgo o de urgencia por los efectos actuales del calentamiento global. Así se desprende del estudio ‘Consumo sostenible. De la intención a la acción’, elaborado por Imop Insights, con la colaboración de Impact Hub.
Según el informe, un 26% de los entrevistados cree que llegarán a conocer repercusiones muy graves en el planeta, pero no por ahora, mientras que un 18% las sitúa a más largo plazo y cree que no llegaran a conocerlas.
Este estudio, elaborado a partir de una muestra de 2.150 personas, destaca que tres de cada cuatro ciudadanos afirman haber tomado ya medidas en su día a día para luchar contra el calentamiento global. Sin embargo, todavía existe una importante brecha entre la predisposición o el conocimiento y la práctica real de comportamientos más sostenibles.
Uno de los motivos que explican esta brecha es que cuesta asumir a nivel individual el riesgo climático porque, aunque se adopten hábitos y medidas sostenibles, no es tan fácil visualizar los beneficios directos de ese comportamiento más responsable. Además, durante la presentación del estudio se ahondó en la necesidad de desideologizar el cambio climático para fomentar conductas sostenibles.
Para el 62% de los consultados, ser sostenible es una actitud, una forma de entender la vida, aunque a veces no resulte suficiente. Pero hay un 30% que solo cambiaría realmente de hábitos si le ofrecieran algún beneficio por hacerlo, y un 8% solo lo haría si le obligaran a hacerlo.
«Aquellas personas con características psicosociales favorables a la sostenibilidad todavía se encuentran algo aisladas, a pesar de que comparten valores, actitudes y hábitos. Por eso, se necesita superar la brecha contextual del desarrollo sostenible. La información y los discursos, las experiencias y emociones, tienen que dar paso a una legislación coherente con las necesidades de la sociedad, para que las personas no se vean frenadas por el sacrificio que supone cambiar de hábitos y lo vean como un beneficio personal y colectivo», ha explicado Diego Herranz, director de la Unidad de Análisis del Comportamiento en IMOP Insight.
Al ser consultados por los aspectos que más les preocupan a diez años vista, solo un 16% sitúa en primer lugar el cambio climático, superado ampliamente por el desempleo, las condiciones de trabajo y los salarios (28%). Aspectos como la pérdida de valores, la violencia o el extremismo, el envejecimiento de la población o las pensiones rondan también el 15%.
«La crisis climática representa la mayor amenaza global para el conjunto de la especie humana, y sin embargo la brecha entre la intención y la acción, entre el discurso y los hechos. sigue siendo una gran sima. El discurso de la sostenibilidad ha ganado notoriedad en el ámbito político y empresarial, pero necesitamos una respuesta generalizada, masiva y alineada de la ciudadanía, las administraciones públicas, el mundo empresarial y el tercer sector», ha apuntado Antonio González, CEO de Impact Hub Madrid.
En lo que respecta al consumo responsable, el estudio identifica cuatro respuestas de la ciudadanía: los activos, que están convencidos y sensibilizados (30%); los pro sostenibles, que están motivados o en proceso de cambio de hábitos (39%); los pasivos (24%); y los descreídos (7%).
También se pone de manifiesto que el comportamiento sostenible se limita a hábitos poco sacrificados, como emplear bolsas de varios usos, comprar solo la ropa que necesito o adquirir productos de alimentación de proximidad. Por el contrario, cuesta más apostar por la movilidad sostenible, suprimir compras que tienen un gran impacto medioambiental o comprar ropa de segunda mano.
Asimismo se recogen percepciones como que la sociedad entiende que deben ser las empresas y gobiernos quienes desarrollen la tecnología y los productos adecuados para consumir; que el consumo sostenible no es accesible para toda la sociedad, sino solo para unos pocos; o que los mensajes sobre cómo debemos comportarnos a veces son contradictorios o cambiantes.