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Por qué no debes arrancarte las costras de las heridas

Una manía de muchas personas es no esperar a que nuestras heridas cicatricen y se curen del todo y
en muchos casos tendemos a arrancarnos las costras que se forman tras las heridas, dejando en
consecuencia una marca en la piel, así como otros problemas que a continuación te contamos de la
mano de Teresa Arnandis, ‘Lady Science’, doctora en Bioquímica y Biomedicina, licenciada en Farmacia y
en Óptica y Optometría y divulgadora científica.

En ‘¡Eres un milagro andante!’ (Paidós) precisamente trata este asunto y le entrevistamos en Infosalus
para que, entre otros puntos, nos explique por qué esto es tan contraproducente para nuestra salud y
mejor no hacerlo, aunque nos ‘guste’ en cierta manera.

Explica que, tras los primeros días de hacernos una herida, o por ejemplo tras una intervención
quirúrgica, surge una lesión roja, hinchada o inflamada, síntoma de que el sistema inmunitario de la
persona está trabajando y se está movilizando para proteger a la herida de posibles infecciones.
«No debemos remover esa costra que surge en estas situaciones porque, precisamente, debajo de ellas
existe un proceso de regeneración cutánea y de crecimiento cutáneo que, si lo arrancamos, lo
interrumpimos», avisa esta experta.

Señala esta experta en divulgación científica que, mientras el cuerpo realiza este proceso de curación,
para proteger a la herida de posibles infecciones crea una película o costra de uno color rojizomarronáceo, cuya misión es precisamente proteger a esa herida.

Así, resalta que, si decidimos encapricharnos de la costra y arrancarla, en consecuencia no se realiza de
manera óptima la curación de la zona; cuando lo idóneo en estos casos, según remarca Arnandis, es que
se mantenga esa especie de ‘caparazón protector’ para que el tejido de debajo se reconstruya, se creen
los vasos sanguíneos, funcione el colágeno (una fibra proteica esencial resistente que reconecta y sella el
tejido roto) y se reparen los tejidos dañados.

«De esta manera sí se reconstituye la forma de la piel de forma íntegra. Al arrancar la costra mientras el
tejido se está reparando se podría arrancar parte del tejido en reparación y es que una vez finalizado el
proceso de curación, la costra se seca y se cae dejando la piel reparada y habitualmente una cicatriz»,
remarca.

Aquí aconseja masajear con aceite –de argán o de rosa de mosqueta_esa cicatriz, ya que presenta un
aspecto diferente al de la piel normal, y es fruto gran parte de ese colágeno, de forma que carece de
elasticidad esa zona de la piel que se ha reparado: «El masaje con aceite ayuda a que el colágeno de la
cicatriz se mezcle con la elastina de la piel circundante y reduce su aspecto fibroso en consecuencia, así
como la textura poco flexible de cicatriz».

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