Ni Oblak, ni Thibaut Courtois, ni Unai Simón. El mejor portero del fútbol español -atendiendo a las cuatro principales categorías- es malagueño, juega en el CD Guadalajara de Segunda RFEF y ha encajado tan solo nueve goles en 21 partidos oficiales desde su llegada al club manchego. Su nombre, Amador Zarco Jiménez.
Natural de la localidad malagueña de Benalmádena, este guardameta de 26 años y de 1,93 metros de altura está cuajando una temporada casi perfecta. Su buen estado de forma está contribuyendo de forma decisiva al éxito de su equipo -ha dejado la portería a cero en quince encuentros-, que lidera el Grupo V y que solo ha perdido una vez hasta la fecha.
«Me encuentro en un buen momento», nos reconoce Zarco, que insiste en desmarcarse de los méritos: «No le doy mucha importancia. Los goles los evita el delantero cuando presiona, el centrocampista cuando roba el balón o el defensa cuando despeja».
Para el cancerbero, lo más importante es «ganar y conseguir los objetivos» del equipo, que este año apunta alto con el ascenso entre ceja y ceja: «No encajar muchos goles es un complemento. Claro que me gusta hacer bien mi trabajo, pero prefiero que me metan en todos los partidos mientras ganemos», subraya Zarco.
En poco tiempo, el malagueño se ha hecho con un puesto indiscutible en el once semanal del CD Guadalajara, al que llegó el pasado verano tras finalizar su contrato con el Yeclano Deportivo. En el conjunto murciano también desempeñó un rol clave durante la temporada pasada, alcanzando el ascenso a Primera Federación después de un competido playoff.
Además, este pasado mes de enero recibió el premio ‘Golsmedia’ de la Federación Española de Fútbol (RFEF) al mejor portero de su liga por la temporada 2023/2024, siendo esta la segunda vez que lo logra, pues ya le fue concedido tras conquistar el ascenso a Segunda RFEF con el Torremolinos en la 2022/2023.
Trayectoria
La aventura de Zarco en el fútbol comenzó allá por 2012, cuando era portero del infantil del Atlético Benamiel, el equipo de su localidad. En aquella época, un joven Isco Alarcón -paisano y también canterano del citado club- comenzaba a despuntar vestido de blanquiazul en La Rosaleda.
El impacto de Isco en el fútbol nacional atrajo aquel año a numerosos ojeadores al Estadio de El Tomillar en Arroyo de la Miel, entre ellos un analista del Betis que, después de unos días analizando a jóvenes talentos, se volvió para Sevilla con el nombre de Amador apuntado en su libreta.
Pocas semanas después firmó con la cantera verdiblanca, en la que jugó durante cinco temporadas, y desde la cual hizo del fútbol su profesión. El Palo, Guijuelo, Eibar B, Club Haro Deportivo, Torremolinos, Yeclano Deportivo y, desde el pasado mercado de verano, Guadalajara. Una trayectoria curtida, aún con proyección, que le ha convertido (por el momento) en el máximo salvador del fútbol español.
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