El Tribunal de Cuentas de la Unión Europea ha advertido en un informe publicado este lunes que los esfuerzos de la Unión Europea por aumentar su capacidad de producción de baterías pueden revelarse «insuficientes» para satisfacer el aumento de la demanda y pueden quedarse cortos en su objetivo de cero emisiones para 2035.
Los auditores avisan en su análisis de que la UE corre el riesgo de quedarse rezagada en su plan de convertirse en una potencia mundial de las baterías, ya que, a pesar del impulso a su política industrial, el acceso a las materias primas es todavía un «obstáculo importante» junto al aumento de los costes y la «intensa» competencia mundial.
Casi uno de cada cinco vehículos nuevos matriculados en la UE en 2021 son enchufables, y la venta de nuevos vehículos de gasolina y diésel se prohibirá a partir de 2035, según ha acordado la UE, unas circunstancias que hacen de las baterías un imperativo estratégico, según reconocen los auditores.
Sin embargo, apuntan que la industria europea de las baterías está a la zaga de sus competidoras mundiales, en particular China, que cuenta con el 76% de la capacidad de producción mundial, aunque la Comisión publicó en 2018 un plan de acción estratégico sobre las baterías para impulsar la apuesta de la UE por convertirse en una potencia mundial en esta industria y ha proporcionado en gran medida los instrumentos clave del plan de apoyo al sector, como el liderazgo estratégico, la legislación y la financiación.
«En el ámbito de las baterías, la UE no debe terminar en una situación de dependencia como ha ocurrido con el gas natural; su soberanía económica está en juego», ha afirmado la auditora responsable del informe, Annemie Turtelboom, quien ha advertido de que el acceso a las materias primas, el atractivo para el inversor y los costes podrían relegarla a una posición «más débil» respecto a sus competidores.
El informe recuerda que entre 2014 y 2020, el presupuesto de la UE proporcionó a la industria de las baterías al menos 1.700 millones de euros en subvenciones y garantías de préstamos, que se suman a unas ayudas estatales autorizadas de hasta 6.000 millones de euros entre 2019 y 2021, destinadas principalmente a Alemania, Francia e Italia. Sin embargo, los auditores observaron que la Comisión Europea no tiene una visión general del apoyo público a la industria, lo que dificulta una coordinación y una orientación adecuadas.
Mientras, la capacidad de producción de baterías de la UE experimenta un rápido desarrollo, ya que puede pasar de 44 gigavatios hora (GWh) en 2020 a 1.200 GWh en 2030, aunque esta proyección no está garantizada y podría verse amenazada por factores geopolíticos y económicos.
Esto implica el riesgo de que los fabricantes de baterías puedan abandonar la UE en favor de otras regiones, en particular Estados Unidos, que les ofrecen enormes incentivos y que, a diferencia de la UE, subvenciona directamente la producción de minerales y baterías.
Además, la UE depende mucho de las importaciones de materias primas, concentrada principalmente en unos pocos países con los que no existe acuerdo comercial, al tiempo que la competitividad de la producción de baterías de la UE también puede verse comprometida por el encarecimiento de la energía y las materias primas.
Los auditores también critican la falta de objetivos cuantificados y acotados en el tiempo. Se esperan unos 30 millones de vehículos de emisión cero en las carreteras europeas para 2030 y, posiblemente a partir de 2035, casi todos los vehículos nuevos matriculados se propulsarán con baterías. Sin embargo, la actual estrategia de la UE no tiene en cuenta la capacidad de su industria de baterías para satisfacer esta demanda.
En general, los auditores señalan los dos escenarios más pesimistas si la capacidad de producción de baterías de la UE no crece según lo previsto. El primero es que la UE deba retrasar su prohibición de los vehículos de combustión hasta después de 2035, incumpliendo así sus objetivos de neutralidad de carbono. El segundo es que, para lograr una flota con cero emisiones en 2035, dependa en gran medida de baterías y vehículos eléctricos importados, en detrimento de su industria de automoción y mano de obra.