Para los nostálgicos, para los exploradores, para los que quieren algo distinto, para los de siempre, para los que van en familia, para los campeones solitarios, sencillamente para todos los públicos. El local ‘Bowling 80’ (Calle caracola, 3 y 5) mantiene viva la llama de aquel Torremolinos de los años 80. La vía por la que entraba las nuevas olas internacionales. Los primeros shawarma, los discos de música negra, el rock progresivo, la moda textil, y un largo etcétera. Todo eso es lo que se mantiene intacto en esta bolera con tintes auténticos.
Uno de los propulsores del negocio, Luis Jiménez, asegura que ha podido conseguir un sueño: “unir afición y trabajo como forma de vida”. En una época en la que él actúa de manera masiva en los sentidos, este rincón “es un lugar de escape en el que todos tienen su sitio: los más jóvenes encuentran un lugar de reunión sana, los de veinte y treinta un ocio distendido después de las clases o el trabajo, y los que ya son más mayores recuerdan que hubo un tiempo en el que la diversión se pasaba en este tipo de ambientes muy cercanos al ambiente norteamericano” asegura Luis.
Las claves del éxito
Haciendo un recorrido tanto con Luis como con su hija Lucía, ambos coinciden a que no se niegan al progreso, pero si quieren mantener “la esencia que nos llevó al éxito”. Y eso se extrapola a la gastronomía (camperos, perritos o bocatas) de alta calidad, y por supuesta la música que para Luis es “una buena parte de lo cosechado”.
Con luces de neón, recreativos y por supuesto bolos, la bolera del polígono Alameda sigue siendo un referente de un deporte que está muy cerca de batir fronteras ya que podría convertirse en deporte olímpico en Los Ángeles 2028.
Es por esto que estas pistas (que aún se conservan de la bolera Las Palmeras de Fuengirola) son lugar de entrenamiento para jugadores federados de toda Andalucía.
Volviendo a la experiencia que uno puede vivir en un lugar como este, Bowling 80 es un lugar “auténtico, que mantiene la esencia y se respira buen rollo”.