Trump ha vuelto a la presidencia de los Estados Unidos y lo ha ha hecho a su estilo, marcando territorio y sembrando la preocupación de la comunidad internacional con la amenaza de los aranceles. En las últimas semanas habían sido Canadá y México las señaladas, en su caso por el flujo de drogas y migración ilegal. Este viernes, no obstante, ha sido el turno para la Unión Europea, a la que Trump ha exigido compensar su enorme desequilibrio comercial con Estados Unidos.
La idea del representante de la Casa Blanca para equilibrar ese intercambio comercial es clara, Europa debe comprar «a gran escala» el petróleo y gas licuado estadounidense: «Le dije a la Unión Europea que deben compensar su tremendo déficit con los Estados Unidos mediante la compra a gran escala de nuestro petróleo y gas. De lo contrario, ¡¡¡se aplicarán ARANCELES!!!», ha advertido Trump a través de su perfil en la red Truth Social.
Este tema ya saltó al debate en noviembre, cuando la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, se anticipó a tales represalias y ya apuntó a la necesidad de aumentar la compra de productos norteamericanos para evitar la confrontación con la nueva administración.
En las últimas semanas habían sido Canadá y México las señaladas, en su caso por el flujo de drogas y migración ilegal
Tales compras, según se señalaron, se podrían llevar a cabo sobre el gas natural licuado, que Europa precisa más que nunca tras la ruptura total de negociaciones con Rusia, así como la compra de armamento. En cualquier caso, la posición de la Unión es sentarse para debatir las diferencias, en vez del uso de represalias.
En este sentido, el vicepresidente del BCE, el español Luis de Guindos, expresaba esta semana su confianza en que finalmente «se imponga el sentido común» y subrayaba la importancia de que la UE y EE.UU. se sienten a negociar, ya que en una guerra comercial nunca hay un ganador.