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‘Cheapflación’, la nueva trampa de las empresas para abaratar los costes de producción que afecta al consumidor

La subida de los precios generalizada de los últimos años sigue siendo una de las principales preocupaciones para los consumidores que optan cada vez más por comprar productos de marca blanca o buscar ofertas.

La inflación ha impactado en el coste de vida y ha ocasionado que productos básicos como alimentos, bebidas y bienes de consumo sean cada vez más caros. Y con ello vienen aparejadas técnicas comerciales sospechosas como la ‘reduflación’ o la ‘cheapflación’.

Ante esta situación de crisis económica, algunas empresas han recurrido a prácticas engañosas para seguir obteniendo beneficios sin modificar el precio, dando lugar a un término que quizás no conocías, la ‘cheapflación’.

¿Qué es la ‘cheapflación’?

La ‘cheapflación’ consiste en cambiar un ingrediente de un producto por otro más barato, pero sin modificar la apariencia del producto ni rebajar el precio, es decir, pagar lo mismo por un producto de peor calidad.

Imagina que compras tu marca favorita de galletas y notas que ahora tienen un sabor distinto. Esto puede deberse a que han cambiado alguno de sus ingredientes por otro más barato, por ejemplo utilizando otro tipo de cacao. El paquete y su coste sigue siendo el mismo, pero el producto es de menor calidad.

Las empresas recurren a esta nueva trampa cuando los costes de producción aumentan y no quieren subir el precio porque temen que los consumidores dejen de comprar su producto.

¿A qué productos afecta?

Este fenómeno es cada vez más común y afecta a alimentos, productos de droguería, tecnología e incluso la ropa. Con respecto a la alimentación, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha identificado algunos ejemplos de ‘cheapflación’ en algunos productos como en la mayonesa que cambian el aceite de girasol por un aceite vegetal más económico o en la pizza precocinada, en lugar de utilizar queso utilizan grasa vegetal. También ocurre con productos de droguería como el detergente o en la ropa donde podemos encontrar camisetas en las que el porcentaje de algodón es menor.

La ‘cheapflación’ no es una práctica ilegal siempre y cuando estén los ingredientes bien especificados en el etiquetado. Sin embargo, es difícil de detectar, ya que supone leer detenidamente todos los ingredientes del producto. Por ello, la OCU ha planteado una modificación de la Ley General para la Defensa de los Consumidores con el objetivo de hacer más visibles estos cambios y asegurar que los consumidores sean informados de manera clara sobre cualquier disminución en la calidad de los productos.

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