Poco se habla de lo bien que le ha venido a la prensa el día de descanso entre fase y fase, sin él no sé cómo estaríamos afrontando esta primera semifinal, con diez grupos. Insisto: a los horarios hay que darles una vueltecita. Que sarna con gusto no pica pero las ojeras ya no sabemos cómo esconderlas. ¡Vaper de café!, que dirían los Emeterios.
Entre esos diez grupos se encuentran, por orden de actuación: La Escuela del Carnaval, ‘Esta murga tiene mucha cara’, ‘Los fracasados’, ‘Los Pimpi Blinders’, ‘Los de Despeñaperros pa’bao’, ‘Los calaveras’, ‘¡¡Aquí mando yo!!’, ‘Gigantes’, ‘Los traicioneros’ y ‘Bendita tú eres’. ¡Va telón! ¡Va crónica! Desgranemos, una a una, cada actuación:
La Escuela del Carnaval
Con tipos ilustres como Matria, Los Patronos o El cantón de Málaga se presentan estos alumnos de la Escuela del Carnaval en el escenario. Interpretan, acompañados de su director Fernando Cañestro, un pasodoble con autoría de Máximo Gómez Padilla y el Himno Oficial del Carnaval de Málaga, ambas piezas ensayadas durante el presente curso escolar.
Qué gran labor la de la Escuela, que tiene como objetivo crear cantera en la instrumentación, la redacción y el canto. Así, las áreas académicas son: solfeo y canto, instrumentación, composición musical y redacción, historia del carnaval, y diseño y creatividad. Pero no se crean ustedes que la Escuela es solo para niños, allí hay sitio para todos: desde los ocho años hasta la edad que ustedes quieran.
Enhorabuena a los alumnos, que lo hacen de maravilla y defienden que «para que nunca se calle la voz del malagueño en libertad hoy tenemos una escuela de carnavales», y gracias al nuevo equipo directivo de la FCCM y a Fernando Cañestro por hacer esto posible.
Esta murga tiene mucha cara – murga infantil
No todo el mundo tiene la suerte de cantar dos veces en el Cervantes el mismo día, ellos sí. Después de actuar esta mañana en la Gala Infantil, estos simpatiquísimos emojis vuelven a las tablas para abrir la primera semifinal.
Repiten el repertorio de preliminares, aunque más seguros de sí mismos; va a ser cierto eso de que pisar el Teatro Cervantes te crece. Por si no vieron ustedes las preliminares, los pasodobles los dedican a lo que significa para ellos cantar carnaval y a la paz en el mundo; los cuplés, de temática escolar, a la de cosas que les echan en la mochila sus padres y a los trabajos que les mandan en el cole.
Da igual las veces que lo escuche, me sigo partiendo de risa con lo de «Menos mal que mi apellido no es Potter porque sino sería cara-jote». Qué arte tienen. Y cómo van soltando mensajitos importantes en el popurrí: «No hace falta wifi para tirar papelillos, no hace falta wifi pa cantar un estribillo». De casta le viene al galgo: «Así lo cantó mi padre, así lo cantó mi abuelo y así lo he mamao». Viva la factoría Susi.
Los fracasados – comparsa
«Si eres desobediente y valiente, libre, rebelde y osado», eres, como ellos, otro fracasado –pero vencedor en realidad–. Reconozco que he necesitado esta segunda escucha para comprender del todo la idea que representan: vivir la vida sin miedo al fracaso.
Primer pasodoble a la gestión política de la DANA, con crítica hacia los «gobiernos que mientras lavan sus manos manchan las del pueblo que valiente apretando los dientes tan solo luchó». El segundo, a la lealtad en tiempos «donde priman los intereses y la vanidad»; lo rematan diciendo que no hay más lealtad que la de un hermano. Qué gran verdad, un besito a los míos.
Cuplés a la nariz de Lucas el de Andy y Lucas –¡chupito!– y a las piñas del Mercadona –no apto para menores–. El estribillo, romanticón, cada vez me gusta más: «Si no puedo enamorarte con mi te quiero, si empieza a ganarme el miedo, ay, Málaga, dame un beso y el fracasado vuelve de nuevo».
El popurrí, tras esta segunda escucha, me despista menos, pero sigo creyendo que le haría falta una vuelta de tuerca que ayude a caracterizar mejor al personaje. No obstante, la cuarteta de la corona es preciosa: «Recuerda que yo nunca me rendí pues sabía que tras de mí alguien seguía mis pasos».
Los Pimpi Blinders – murga
Que no estamos delante de cualquiera, que estamos delante de «los peores criminales de toda la ciudad». ¡Cuidaíto!
A la murga malagueña y al orgullo de cantar en una va la primera letra: «Cada año volveré pa que mi murga no te falte nunca». La segunda va al cuello de la teniente de alcalde y concejala de urbanismo, Carmen Casero, quien dijera el pasado mes de octubre que había malagueños que podían pagar su piso sin hipoteca, que no todos eran pobres. A ella le cantan, entre otras verdades: «Pagamos una hipoteca por nuestra vivienda porque no nos pagan el sueldo de un concejal». Otra verdad como un templo aquello de «la culpa es de vuestra incompetencia». De piropo y de hachazo, de eso va esta tanda de pasodobles con la que luchan por el pase a la final.
Por orden de los Pimpi Blinders los cuplés, graciosísimos, son a la tajá que cogieron viendo las luces de la ciudad –¡vape de Cartojal!– y a Luis Bermúdez –¡vape de pipirrana!–. Por si no había quedado claro, en esta casa defendemos a muerte el pegotito de los vapers en mitad del cuplé.
También defendemos a muerte los popurrís de los Emeterios, que más malaguitas no pueden ser. Mención especial, nuevamente, para la cuarteta final: «Me ha caído la condena de no fallarte jamás, me he enganchao del veneno de este trataratachán y por mucho que lo intente ya no me puedo escapar».
Los de Despeñaperros pa’bao – murga juvenil
Una murparsa andalucista con golpecitos cuarteteros, para que luego digan de la cantera. Aprovecho una vez más el poder que me otorgan estas líneas para darle las gracias a Crespi y a Alberto por haber hecho posible que hoy se suba a las tablas del Cervantes una agrupación que, si concursara en adultos, se las llevaría a todas de calle.
En el primer pasodoble hacen un recorrido por nombres ilustres andaluces que «son el orgullo de nuestro pueblo» –Lola Flores, Carlos Cano, Caparrós, María Zambrano, Lorca…– para rematar con el recuerdo, también, a la clase obrera andaluza y en concreto a la Desbandá: «No existió Desbandá que los pudiera parar por el camino hacia Almería». En el segundo, con un enfoque muy original, defienden que «sin cantera no hay herencia»; ellos ahora están en medio de la hermana grande –la modalidad de adultos– y de la pequeña –la modalidad de infantiles–, pero fueron los chicos y por eso su papel es sacar los dientes por ellos. Bravo.
Cuplés a las letras que evitan por estar en juveniles pero que cantarán en adultos y al pito de murgas que falta en la decoración del Cervantes; este último de rigurosísima actualidad. El estribillo trabalengüico cada vez lo interpretan mejor, qué chulada.
Cierran este pase de matrícula con un maravillosísimo popurrí. Creo que ya tengo cuarteta favorita: la de «En una bulla un kinki a mi me endiñó» –es que a mí, como profesora de Lengua, estas cositas me pueden–. ¡Viva Málaga, cabroneeeeeeeees! ¡Y viva La Murguita!
Los calaveras – comparsa
«Vengo de un lugar donde su pueblo en vez de gobierno, gritó libertad». Qué suerte que de ese mismo barrio vengamos nosotros y seamos contemporáneos de un pirata tan poliédrico como David Santiago.
El grupo suena mucho mejor que en preliminares, lo que hace que la pluma rebelde y canalla de David se engalane mucho más. Los pasodobles, como en la ocasión anterior, primero de piropo y luego de hachazo.
El piropito se lo regala esta vez a uno de los suyos, a uno más de Er Dito, a quien cogiera su relevo, al ‘Guti’: «Si hay que morirse otra vez, y otra vez, yo me muero, pa que me desentierre don Jesús Gutiérrez, siendo el pregonero». Que me perdonen todos los que le han escrito al pregonero, pero con David Santiago diciéndole que es alguien mejor que él que se abraza a su gente, le mira de frente y le tiende la mano no se puede competir.
La crítica al que se le llena la boca hablando de patria, pero se olvida de los abuelos, la vivienda, la sanidad, la educación, la inmigración y Palestina. Si no te gustan sus modales, ahí está la puerta y la calle. David Santiago dixit.
Cuplés a las disputas internas por los cuplés y a las piñas del Mercadona; en el estribillo me tiré yo. El popurrí pone el broche a una actuación en la que dejan claro que vienen a por el podio. Agüita con ellos, que no ha nacío un pirata que les eche la pata en nuestra calle.
¡¡Aquí mando yo!! – murga
«Esto es tan solo carnaval, la carga más bella del mundo», vuelven a decirnos estos calzonazos en la presentación. Reconozco que el término «calzonazos» me choca en los tiempos que estamos, pero «es tan solo carnaval», ¿no?
El primer pasodoble, a las madres que usan a sus hijos como venganza, olvidándose de cuando su padre le abría su alma y la abrazaba; «en una historia de estas siempre un hijo es lo primero». Les falla el enfoque. El segundo se lo dedican a los entendidos que los han tachado de machistas, a los que les dice «que luego en las discotecas las canciones denigrantes que humillan a la mujer las baila usted». Sinceramente, creo que en el repertorio queda bastante clara la intención, no veo la necesidad de entrar en este juego.
Por otro lado, las cupletinas habría que erradicarlas. El estribillo, al tipo, anima al teatro. Del popurrí destaca, como en la ocasión anterior, la cuarteta final: «Que el calzonazo que tú ves no es lo que piensa en realidad porque en el mundo la mujer es lo mejor que te puede pasar».
Gigantes – comparsa
«Recuerda, tirano, que ya cayeron torres más altas», te lo dice un carnavalero, un caballero andante, cuya espada es la palabra y se está rebelando ante ti en el Teatro Cervantes.
Esa protesta en forma de pasodoble sigue siendo, como vimos en preliminares, muy al tipo. En el primero, este don Quijote se despide de su ciudad, de la que le han echado: «Adiós, mi amor, adiós, se despide otro hijo tuyo, otro paisano en el exilio que va a amarte como ama a Dulcinea este caballero andante». Al que guarda sus llaves le pide que la ame; al que la reduce a dinero le deja claro que es «mucho más que un burdel o un centro comercial».
En el segundo, este don Quijote sueña con que sus cantos despiertan al pueblo, pero, cuando despierta del sueño, se da cuenta de que nada ha cambiado: «Y el sueño se tornó en tal espanto que desperté, aquí nos vemos otra vez y tú sigues votando al PP con el cuento de su gigante con pies de barro. Me cago en los carnavales, de qué cojones me valen tus malditos aplausos». Ni más alto ni más claro: el carnaval como protesta que cae en saco roto; los autores de carnaval como quijotes.
Un cuplé cómico, a la de malagueños que se han presentado a la voz, y otro crítico, al inglés como «idioma oficial de calle Larios».
Me sigue revolviendo el estribillo: «Tú que siempre presumías de noble y hospitalaria has dejado que te roben y te saquen las estrañas». Y del popurrí sigo pensando lo mismo: habría que estudiarlo en todos los colegios. Qué pase más reivindicativo y más perita.
Los traicioneros – murga
A Jesús vendieron por 30 monedas y ahora vienen, de nuevo, a darnos la puñalá trapera a nosotros. También vienen a decir cositas: «Sigue habiendo Judas en vuestro tiempo, si no pregunta en tu ayuntamiento».
Primer pasodoble al prestigio sin fundamentos que han adquirido los influencers y a la hipocresía de quienes los siguen: «Yo me mantengo al margen de redes sociales, son algo frívolas y muy superficiales; y si uso Instagram, Youtube y también el TikTok no veo la contradicción». El segundo a la flipaera de ciertos deportistas, como los runners y los ciclistas, que desayunan aguacate pero se beben un cervezón de litro y medio.
Los cuplés son dos darditos, uno, algo más desactualizado, a Albert Rivera y otro a Mario Vaquerizo. Lo dije y lo repito, el estribillo es de los que invitan a corearlo.
El popurrí está gracioso; como recordarán, relatan, a su manera, el Nuevo Testamento.
Bendita tú eres – comparsa
Recapitulo estos versos de la presentación, que son para enmarcarlos: «Que en mi tierra lo profano se convierte en religión, desde Lorca hasta Machado y a Juan Carlos Aragón». Bendita sea nuestra Matria Andalucía y los bastiones que sostienen nuestra idiosincrasia.
A los políticos andaluces que la traicionan y a la actitud sumisa del resto de andaluces destinan la primera letra de pasodoble: «¡Lévantate! No seas sumisa y borrega, tierra mía, levántate. No dejes que tu destino lo gobiernen miserables que, con Moncloa en su mira, se olvidan de Andalucía dejando morir a su madre».
En la segunda, dedicada a los pacientes oncológicos, relatan el momento de tocar la campana, que indica el final del tratamiento: «Y haciendo de su pañuelo la trenza más elegante, hace sonar la campana sabiendo que hoy tiene Ana una vida por delante».
Cuplés de comparsa, aunque se agradece la actualidad al haber rematado el primero con la victoria del Unicaja en la Copa del Rey. El estribillo, eso sí, es bonito pa rabiar: «Si bendito es mi cielo, mi rebeldía y mi libertad […] ¡Pues más bendita es mi madre, que entre todos los lugares vino a parirme andaluz».
Del popurrí me remito a lo dicho en la crónica de preliminares: me flipa la cuarteta final. «¡Y bendita rebeldía la de los carnavaleros! ¡Y maldita sea su lucha si se olvida tras febrero».
Así terminamos esta primera semifinal: pidiéndole a Andalucía que ruegue siempre, por sus hombres y mujeres.
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