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Cuatro iconos marianos, reconocibles fuera de Málaga

Cuatro iconos marianos, reconocibles fuera de Málaga

Aunque en la variedad está el gusto, cada vez son más los cofrades que se quejan de la imperante globalización que afecta al mundo de la Semana Santa de Andalucía. Hoy en día, capillitas o meros espectadores, vienen observando que la mayor parte de las cofradías guardan un mismo patrón, una misma estética, igual impronta. En concreto, en el caso de las vírgenes, todas lucen sus coronas, bordados y mantos, sin un toque diferencial, que excepto por la forma de procesionar -al hombro o costal- podrían ser parte de cualquier punto geográfico de la región andaluza.

La homogeneidad parece estar ganando la batalla, con la excepción de contados pueblos a lo largo de toda España, como Antequera, Cabra, Jumilla o Astorga que celebran una semana Santa diferente. Pero eso no significa que sus procesiones no puedan competir en espectacularidad y sentimiento con las que salen por las calles de Andalucía. De hecho, algunas están entre las Semanas Santas más importantes de España.

La ciudad de Málaga sigue siendo un pequeño oasis, frente a esa tendencia estética global, con cuatro de sus vírgenes más populares, que se han convertido en auténticos iconos marianos, reconocibles fuera de sus fronteras. Estas son las grandes excepciones que hacen que la Semana Santa malagueña conserve una seña de identidad propia.

Virgen del Rocío ‘Novia de Málaga’

La imagen de María Santísima del Rocío es obra del imaginero valenciano Pío Mollar Franch en 1935. Es una imagen barroca, de cuerpo entero y fina policromía. Presenta una leve inclinación de la cabeza hacia el lado izquierdo, nariz recta, labios entreabiertos y ojos de profunda mirada. No presenta lágrimas en el rostro. Su expresión representa un término medio entre alegría y tristeza pionero en la imaginería cofrade malagueña. Con pelo natural y pabellones auditivos al descubierto, la imagen se asemeja más a una representación gloriosa de la Virgen María que a una dolorosa. La vestimenta que luce -de color blanco- durante los 365 días del año hace que se diferencie, aún más si cabe, del resto de imágenes de la virgen de la Semana Santa malagueña y que por este motivo recibiera el sobre nombre de ‘Novia de Málaga’ por su estilo nupcial.

Este año, además, la Virgen del Rocío protagoniza el cartel de la Semana Santa de Málaga 2025, realizado por el gaditano, afincado en Dos Hermanas, Juan Miguel Martín Mena. Se trata de una obra cargada de simbolismo y guiños a la ciudad de Málaga, utilizando una técnica mixta donde combina diferentes materiales y texturas.

La Virgen del Rocío protagoniza el cartel de la Semana Santa de Málaga 2025

María Santísima de la Amargura ‘Zamarrilla’

La Virgen de la Amargura es una dolorosa del siglo XIX atribuida a Antonio Gutiérrez de León y Martínez. La imagen presenta las facciones de una mujer joven, con mirada al cielo y manos implorantes, nariz afilada, mejillas torneadas, cabellos con mechones mojados, fruncidos de cejas y boca muy pequeña. María Santísima de la Amargura es una de las imágenes procesionales más populares y con más fervor en la ciudad de Málaga. De sobra es conocido el homenaje que le dedicó la cantante Marifé de Triana con el ‘Romance de Zamarrilla’, un tema del cancionero popular español que hace alusión a la rosa roja que la dolorosa luce en su pecho y que se convirtió en el sello personal de la imagen, engrandecido por la famosísima leyenda del bandido.

Dolores del Puente

La Virgen de los Dolores del Puente es una bella imagen procesional “de vestir” atribuida a Pedro Asensio de la Cerda en el siglo XVIII. La dolorosa muestra un sentido estudio anímico del dolor, presentando la cabeza suavemente inclinada hacia la izquierda. Precisamente a la motivación de haber sido concebida, desde un principio, como escultura destinada al culto externo, se debe el hecho de que ésta haya llegado hasta nuestros días con ligeras modificaciones y sin las torpes intervenciones técnicas y expresivas determinadas por los “cambios de gusto” de épocas posteriores. De esta forma, la talla presenta una serie de rasgos: pómulos resaltados, cejas apuntadas, ojos entornados, que conectan directamente con los modelos citados, a la par que participan del afán estético de este núcleo escultórico por imprimir al semblante un trasfondo psicológico de dolor concentrado y recogido, mediante la concentración obsesiva de todas las líneas de tensión dramática de la escultura en dos puntos clave: el propio rostro y las manos entrelazadas. Su estética antequerana la hace resaltar sobre el resto de dolorosas. La peana, el corte de su manto o la media luna a los pies son multitud de detalles que marcan la diferencia. No en vano, el estilo antequerano tiene mucho que ver con las procesiones barrocas que se vivían en Málaga hace tres siglos.

Soledad de Mena

Nuestra Señora de la Soledad es una dolorosa del siglo XVIII adquirida por la cofradía en la localidad malagueña de Antequera. Es de autor anónimo, aunque recientemente el historiador Jesús Romero Benítez atribuye la autoría al escultor antequerano Antonio del Castillo, fechándola en 1692. Una talla de estilo antequerano que se muestra con sus manos cerradas y cuyo peculiar tocado compuesto de una amplia gasa, de la que uno de sus extremos cae sobre su manto, le confieren un sello de personalidad muy distinguida, además de aparecer vestida con un terno negro, que casa con su advocación secular. Como atributo luce un halo.

A nivel histórico es preciso reseñar la obtención de la ‘Misa de Privilegio’ a celebrar cada Sábado Santo por la intercesión de la virgen en el salvamento de la tripulación de una fragata de la Armada española frente a las costas malagueñas. Momento en el que nace una vinculación de Nuestra Señora de la Soledad y la Armada española, que aún se mantiene de forma muy estrecha, y que en 2006 se conmemoraron los 250 años de dicho vínculo con diversos actos. Esta imagen fue sustituida posteriormente por la talla actual en 1945, pero ésta fue retirada del culto externo en 1975, año en que salió la Glorificación de la Soledad, tallado por Juan de Ávalos, que participó en el cortejo hasta 1978.  A partir de 1979, la actual talla de Nuestra Señora de la Soledad volvió a salir a las calles en procesión el Jueves Santo.

Estas cuatro doloras malagueñas, no solo tienen un estilo propio, sino que se han convertido en auténticos iconos que sobreviven a las modas y al paso de los años. Cuatro estilos diferenciados que se reconocen más allá de las tendencias, aunque el mayor reconocimiento lo tienen por parte del pueblo y la Iglesia ya que estas cuatro dolorosas malagueñas tienen en común que están están coronadas canónicamente, la mayor distinción que la Iglesia concede a una imagen para subrayar la devoción por una determinada advocación de la Virgen María.

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