Son el reflejo de la ilusión, de las ganas, del esfuerzo. Treinta alumnos con discapacidad trabajan incansablemente cada mañana en Danza Mobile para alcanzar su sueño: ser bailarines profesionales.
«Que no nos dejen alejados porque no nos lo merecemos»
«A mí me hace sentir libertad», nos cuenta Puna, una bailarina con diversidad funcional. De los treinta alumnos que hay en el turno de mañana, seis forman parte de la compañía. Puna es una de ellas. Ha hecho de la danza su mejor altavoz. Acaba de estrenar una nueva coreografía que esconde un mensaje más que necesario: «Trata del tema de la soledad porque nosotros nos sentimos muy solos. Que no nos dejen alejados porque no nos lo merecemos», reivindica.
Nos cuentan que se sienten solos y que les cuesta integrarse en grupos de amigos. Es aquí precisamente donde Danza Mobile realiza una labor que va más allá de la danza. «La diversidad es, es decir, existe. Si entendemos que es, no habría que trabajar en la inclusión. Lo que hay que trabajar es el respeto hacia otra persona», explica Esmeralda Valderrama, directora de Danza Mobile.
«¿Incluir qué? ¿Quién incluye a quién?»
Esmeralda fue bailarina. Siempre supo que fundaría esta escuela de baile. «Para mí lo más importante es darles un sentido a su vida», señala. Y así ha sido. Tanto que muchos han descubierto su verdadera pasión gracias a la escuela.
Es todo un referente en el baile inclusivo en España, aunque aquí el término inclusión prefieren no utilizarlo. «¿Incluir qué? ¿Quién incluye a quién? ¿Qué incluyes? Vamos a respetarnos y ya está. Tú aportas lo que aportas y yo aporto lo que aporto», remarca Esmeralda.
Desde la primera puesta en escena, se han producido 70 espectáculos con los que se han realizado más de 900 representaciones. Danza Mobile es el claro ejemplo de que no hay meta inalcanzable con constancia y esfuerzo.
