El apagón masivo que afectó ayer a gran parte de la península ibérica dejó escenas de caos e incertidumbre en numerosos puntos del país, y uno de los sectores más golpeados fue el comercio local. En Sevilla, el emblemático Mercado de Abastos de la Encarnación vivió momentos de tensión y desorganización, según relató Carmen, trabajadora de un puesto de frutas y verduras, en declaraciones a esta redacción.
“Se apagó todo de repente”, cuenta Carmen. “Pudimos terminar las cuentas de la gente que quedaba, pero cuando se acabaron las baterías empezó el caos. Tuvimos que cerrar como pudimos, porque todo funciona con electricidad. Cerramos de forma manual y rescatamos las frutas para que no se estropearan”.
La trabajadora explica que la incertidumbre fue total, incluso al día siguiente: “No sabíamos si podíamos venir hoy a trabajar. Ha sido todo diferente a la normalidad. Nos hemos apañado como hemos podido”.
Ante la falta de suministro, el objetivo principal fue evitar pérdidas. “Recogimos todo lo más rápido posible y metimos todo en las cámaras para que los productos no se estropearan”, relata. Pese al caos, Carmen asegura que, al tratarse de un corte relativamente breve, pudieron salvar casi toda la mercancía.
El impacto se sintió también en el comportamiento de la clientela. “La gente sobre todo compra cosas frías que no necesiten nevera. Veo a la gente con mucho miedo y cargando los móviles todo el rato”, señala. “Había clientes que dejaban a deber, otros que me pedían que les guardara la cuenta para otro día… Un caos”.
Aunque la situación logró estabilizarse con el paso de las horas, el apagón dejó en evidencia la fragilidad del sistema eléctrico en los centros de abasto y la necesidad de mecanismos de respuesta ante situaciones de emergencia. Por ahora, los trabajadores, como Carmen, respiran con alivio: “Hemos podido salvarlo todo”.