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El Concurso de Aguardiente de Jubrique se vuelve a celebrar con éxito

Jubrique volvió a celebrar en la jornada de ayer su tradicional Concurso de Aguardiente, una Fiesta de Singularidad Turística que ha alcanzado ya su VIII edición.

De esta forma, fueron 9 los vecinos, la mayoría del municipio aunque también de otros cercanos, los que participaron en el concurso elaborando el aguardiente en la plaza del pueblo con sus propios alambiques, tal y como se hacía antaño y a la vista de todos.

Esta fiesta es una apuesta de Jubrique por mantener vivas sus tradiciones, ya que con esta celebración se pone en valor y se da a conocer esta bebida, que desde hace siglos se viene elaborando de manera artesanal por los vecinos haciendo uso de los alambiques.

Las actividades comenzaron a las 12 de la mañana con el inicio de las destilaciones de aguardiente. A las 13.30 horas se inició una ruta por el pueblo acompañada de la Charanga ‘Los Solfamidos’. Además, se instaló un mercado con diferentes stands que ofrecieron todo tipo de productos artesanales y gastronómicos. Por la tarde tuvo lugar el pintacaras infantil y la música volvió a ser la protagonista con el grupo ‘Kalima’. Hubo también una degustación de buñuelos, chocolate y aguardiente y más tarde se pudo disfrutar de la zambomba flamenca de Ana Pastrana. Para cerrar este certamen tuvo lugar la entrega de premios, resultando ganador del concurso el aguardiente elaborado por Francisco Aguilar.

Luces de la Concepción

A la hora de calificar los aguardientes, el jurado tuvo en cuenta una serie de parámetros como son: la graduación alcohólica, que debía situarse en 40º con un pequeño margen de error, el color, el olor y el sabor. El aguardiente se consigue mediante la realización de un proceso químico básico en el que se calienta mosto para evaporar su alcohol, que después se enfría para adoptar un estado líquido. Resumiendo el proceso, es necesario comenzar introduciendo en el alambique mosto para su primera destilación, consiguiendo así alcohol de alta graduación. A continuación se pone la matalahúva en el interior del alambique y se le añade el alcohol resultante para realizar una segunda destilación. En este punto es necesario desechar el primer licor y el último para aprovechar el que sale en mitad del proceso. Por último, sólo falta añadir agua para rebajar la graduación alcohólica y situarla en unos 40 grados. Para obtener un litro de aguardiente son necesarios alrededor de siete litros de mosto.

Jubrique tiene una larga tradición en la elaboración de aguardiente. Su origen se remonta al siglo XVIII, cuando alrededor de las tres cuartas partes de los campos de la localidad eran viñedos. Se conoce que durante aquella época llegó a haber unos 70 alambiques repartidos entre el pueblo y sus alrededores. Desde aquel entonces el licor es reconocido por su calidad en muchos puntos de la geografía, hasta el punto de que para referirse al pueblo, los foráneos lo hacían como ‘Jubrique el del aguardiente’. Con el paso de las décadas, la llegada de la filoxera y con el trabajo de elaboración y comercialización de este licor en manos de destilerías profesionales, la actividad se vio gravemente mermada. En este punto cabe destacar que en los últimos años, gracias a la puesta en marcha del concurso de aguardiente, varios vecinos se han animado a comenzar a destilar lo que, sin duda, contribuirá a perpetuar en el tiempo el proceso de elaboración tradicional de este licor.

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