Realizarse una rinoplastia, aumentarse el pecho o inyectarse ácido en los labios, es una tendencia que cada vez se extiende más entre los jóvenes. Según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), se ha ampliado el espectro de edad de los pacientes que se realizan un tratamiento de medicina estética. En concreto, entre los jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y los 25 años, la cifra ha aumentado entre un 14 y un 20%.
En cuanto a las operaciones estéticas más recurrentes en los jóvenes entre 18 a los 29 años, la cirugía de la mama femenina representa el 62,1% de las operaciones. De ellas, el 45,7% son aumento de mamas con implante. En segundo lugar se encuentra la rinoplastia con un 11%, tal y como refleja el SEME.
Un crecimiento desde la pandemia
Uno de los momentos clave de este ‘boom’ fue la pandemia, un suceso que desde la Sociedad Española de Medicina Estética bautizaron con el término ‘efecto zoom’. Esto implicaba que algunas personas vieran una versión distorsionada de sí mismos provocada por la luz e incluso las cámaras de los ordenadores.
Pero no solo la pandemia ha desencadenado esta ola de retoques estéticos. Marta Roldán, una joven de 22 años que se ha sometido a una operación de pecho, explica que la presión estética también influye a la hora de tomar esta decisión. Aunque apunta a que no es el motivo principal, el intentar alcanzar los cánones estéticos impuestos también están detrás de ello.
Por otro lado, el hecho de haber normalizado las operaciones estéticas también conlleva que cada vez más jóvenes se sumen sin tener un complejo real. Así lo observa, María Ramírez, quien se realizó una rinoplastia a los 18 años. Señala que a raíz de que ella se sometiera a la operación, se dio cuenta de que había mucha gente a su alrededor que había acudido a tratamientos estéticos.
Desde el sector de la medicina y cirugía estética advierten que la labor del médico es fundamental, ya que bajo ningún concepto se deben realizar tratamientos que los jóvenes no necesitan y, aún menos, cuando se detecta una distorsión de la imagen tanto física como corporal. Ahí la previa intervención psicológica es totalmente primordial.