El Papa Francisco ha advertido de que el Mediterráneo no se puede convertir en «tumba» ni en «lugar de conflicto» o de «trata de seres humanos». Así lo ha expresado este miércoles durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro.
«¡El Mediterráneo es cuna de civilización, y una cuna es para la vida! No es tolerable que se convierta en tumba, y tampoco en lugar de conflicto. No. El Mar Mediterráneo es lo más opuesto que hay al enfrentamiento entre civilizaciones, a la guerra, a la trata de seres humanos», ha exclamado el Pontífice.
Así, ha defendido que el Mediterráneo es «exactamente lo contrario» pues conecta continentes, «el norte y el sur, oriente y occidente, las personas y las culturas, los pueblos y las lenguas, las filosofías y las religiones».
En todo caso, también ha indicado que el mar es siempre, en cierto modo, «un abismo que hay que cruzar y que también puede ser peligroso» pero ha insistido en que «sus aguas guardan tesoros de vida» y «sus olas y vientos arrastran barcos de todo tipo».
El Papa se ha remontado a los Encuentros de Marsella, que fue «el paso adelante de un itinerario», y al trazar un balance dijo que lo que surgió fue una mirada «humana» del Mediterráneo, es decir, «no ideológica, no estratégica, no políticamente correcta».
Asimismo, ha destacado que el Mediterráneo debe ser «un mensaje de esperanza» y ha instado a trabajar «con acciones a largo, medio y corto plazo» para que «las personas, en plena dignidad, puedan elegir emigrar o no emigrar».
Si bien, ha añadido que no solo los emigrantes o los solicitantes de asilo necesitan esperanza, sino también las «sociedades europeas, y especialmente las nuevas generaciones».
«Los jóvenes pobres de esperanza, cerrados en los privados, preocupados por gestionar su precariedad, ¿cómo pueden abrirse al encuentro y al compartir? Nuestras sociedades enfermas de individualismo, de consumismo y de vacías evasiones necesitan abrirse, oxigenar el alma y el espíritu, y entonces podrán leer la crisis como oportunidad y afrontarla de forma positiva», ha señalado, añadiendo que «Europa necesita volver a encontrar pasión y entusiasmo».