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El Granada sigue alternando cal y arena (2-1)

El Granada sigue alternando cal y arena. No hay continuidad en el conjunto rojiblanco, que no gana dos partidos seguidos desde enero y añade otro descalabro más al historial de este curso. Se adelantó en el Heliodoro Rodríguez López, con Lucas Boyé como francotirador desde los once metros, y terminó perdiendo frente a un Tenerife que empieza a creer que puede salvarse tras verse casi desahuciado. Donde su fe revive, se apaga la del cuadro nazarí. Manu Lama, desdichado esta noche, desvió a su propia meta un tiro de Bodiger, que sintió completa su vendetta casi dos años después, al más puro estilo del Conde de Montecristo. El zaguero frenó después con falta un mano a mano de Yussi Diarra con Mariño que le supuso la expulsión y a sus compañeros, la sentencia. Luismi Cruz lo clavó en la red con la colaboración del meta granadinista. Los de Escribá se descompusieron apenas unos días después de recuperar la sonrisa. Se subieron al tren del ascenso en Los Cármenes y se tiraron del convoy en marcha antes de la siguiente parada.

Escribá: «Seguimos teniendo opciones, pero no nos quedan muchas balas»

El conjunto rojiblanco es preso de sus males de siempre, traumas que no supera por más veces que les plante cara y parezca salir a flote. Es quebradizo, más que una de esas cajas en las que se advierte su fragilidad con un letrero rojo, y carece de consistencia para mantener cierta continuidad, ya sea en el juego o entre partidos. Insistió Fran Escribá en la necesidad que tiene de enlazar triunfos y la capacidad del equipo para lograrlo, pero pasan las semanas y no hace más que sumar decepciones. En Tenerife, tuvo momentos buenos y vio un golazo de Rebbach anulado en el primer acto, aunque acabó descompuesto. El ímpetu de Lucas Boyé obtuvo premio escaso y la batuta de Manu Trigueros dejó de moverse antes de tiempo, reemplazado poco después del empate. No hubo mucho más del resto.

Hasta que el argentino sacó el fusil, todo se movió a ráfagas. El Granada salió con hambre y aires dominantes. Pretendió conquistar el territorio chicharrero y empezó a montar allí el campamento, pero a los de Cervera les impulsaba la intrepidez del que no tiene nada que perder y casi asume su destino. Yussi Diarra combinó pronto con Luismi para lanzar la advertencia, sin aliados en el área que transformaran el aviso. Los de franjas, aun con ello, mantenían la calma y empezaron a derramar acercamientos poco fluidos. Manu Lama cabeceó arriba en una falta, poco antes de que Manu Trigueros llevara al límite la resistencia del esférico con un obús que logró palmear Édgar Badía.

El anfitrión resistía sin dejarse maniatar y, tal vez por ello, o por la flagrante endeblez que sigue manifestando atrás el conjunto rojiblanco, sintió sus pulmones llenarse de ilusión. Waldo y Luismi empezaron a agitar, mientras que Mellot se desplegó en una penetración maliciosa que culminó con un puntapié furioso, dura la muñeca de Mariño. Tras el córner, la pelota cobró vida entre rebotes hasta que fue a parar a Bodiger, que golpeó sin intención de mostrar clemencia, pero con la mirilla ligeramente desviada. Lo del arranque empezaba a parecer un espejismo. El Granada se atascaba al otro lado de la divisoria y empezó a acularse en lo que los tinerfeños empezaban a moverse con brío.

Solo Trigueros, todo poso y calidad, arrojaba luz al equipo de Fran Escribá en destellos de maestría. Enroscó un córner al segundo poste que David Rodríguez despejó donde nunca se puede dejar la pelota. Rebbach acudió a la caza, ojo avizor, y la acomodó al fondo de las mallas con un golpeo tímido. Un golazo, pero no hubo celebración porque el colegiado apreció que, en el vuelo desde la esquina, la curva cruzó la línea de fondo. La réplica de Waldo fue inmediata, pero era el turno de los rojiblancos y no iban a desaprovecharlo. El mediocentro talaverano descargó sobre el extremo argelino, que pedaleó en busca del centro. Logró colgarlo, aunque el destino perdió importancia. Mellot se lo llevó por delante en la segada, penalti claro. Lucas Boyé, con el brazo lleno de sangre por un lance anterior, asumió la responsabilidad como lo lleva haciendo en todas las facetas desde la marcha de Uzuni. Retó a Édgar con la mirada y el arquero adivinó la dirección, pero no pudo más que acariciar el disparo antes de verlo acunado en la red. Este sí valía.

A Bodiger le dolió como si le hubieran herido el orgullo y promovió el ataque en respuesta. Se elevó como impulsado por la Nube Kinton de Dragon Ball para astillar el travesaño con un giro de cuello académico. Todavía no le tocaba saciar su sed de venganza, por más que el Tenerife se fuera volcando. Le pudo pasar factura, en un lance rápido en el que David Rodríguez se quedó descolgado, con Rebbach sujetando la caña. Controló el envío largo de Mariño, pero no derribar el muro de Édgar Badía. Rubén Sánchez atacó el rechace con el colmillo afilado, pero Landázuri le negó el gol bajo palos. El banderín señalaba ya al cielo, aunque de entrar habrían tenido que tirar líneas.

Los de Cervera se sentían muy vivos y reaparecieron tras el entreacto rebosantes de moral, como respaldados por el augurio de algún oráculo en el vestuario. Stoichkov perdonó el segundo, a puerta vacía, tras un rebote después de un saque de esquina, fallo de los que al final se recuerdan. El Tenerife empezó a acechar la meta rojiblanca, de nuevo descubierta la flaqueza granadinista. Mellot facturó un paquete aéreo que Rubén Sánchez no logra sacar bien. El cuero se postró ante Bodiger tras el rechace. El mediocentro armó la pierna, defectuoso el impacto, y en su trayectoria se topó con Manu Lama, tocado por el infortunio en la isla. El balón cruzó la línea y el talante del Granada se hizo añicos.

El terror se apoderó de los de franjas horizontales, que quisieron refugiarse en su propia trinchera, alimento para la esperanza tinerfeña. El cuadro canario mantuvo su empuje al tiempo que a Mariño se le acumulaba el trabajo. Resopló tras un zapatazo de Aitor Sanz y, más tarde, para lamentar un mano a mano que marró Gonzalo Villar para restaurar el control. Lucas Boyé se topó con Édgar Badía poco después, otro error más a la lista de los que protagonizarán el insomnio nazarí este fin de semana. Y todavía les quedaba lo peor.

Se escabulló Yussi Diarra en la enésima desatención del Granada atrás para verse en una cita íntima con Mariño. Manu Lama, en un esfuerzo por frenar la acción, le derribó casi en la línea. “¿Penalti?”, se debieron de preguntar en la sala VOR al unísono al ver que González Díaz señalaba el punto fatídico y amonestaba al zaguero. No lo fue; el castigo sería mayor. Falta tras revisar la repetición y el cartón se teñía de rojo. Se apresuró Escribá a remezclar sus piezas, con Loïc Williams y Ricard para replegarse hasta el final, pero se precipitó. Luismi Cruz golpeó la acción con violencia abajo, tan fuerte que la mano del arquero no logró escupir el peligro. De la puñalada se desangraron los granadinos, a pesar de que el técnico intentó rectificar nuevamente con Juanma Lendínez y Borja Bastón. Les habían sacado hasta el alma. Oportunidad perdida, una más. Así, es imposible pensar en ascender.


Ficha técnica:

CD Tenerife: Édgar Badía; Jérémy Mellot, Landázuri, Sergio González, David Rodríguez; Aitor Sanz, Yann Bodiger (Fabio González, 88’); Luismi Cruz (Aarón Martín, 88’), Yussi Diarra (Marlos Moreno, 88’), Waldo (Alejandro Cantero, 76’); y Ángel (Enric Gallego, 55’).

Granada CF: Diego Mariño; Rubén Sánchez (Borja Bastón, 82’), Miguel Rubio, Manu Lama, Carlos Neva; Sergio Ruiz, Gonzalo Villar (Juanma Lendínez, 82’), Manu Trigueros (Giorgi Tsitaishvili, 65’); Abde Rebbach (Loïc Williams, 76’), Stoichkov (Ricard, 76’) y Lucas Boyé.

Goles: 0-1: Lucas Boyé, de penalti, min. 36; 1-1: Manu Lama, en propia puerta, min. 54; 2-1: Luismi Cruz, min. 78.

Árbitro: Miguel González Díaz, del comité asturiano. Amonestó al local Fabio González, así como a los visitantes Manu Trigueros, Carlos Neva, Sergio Ruiz, Loïc Williams y Miguel Rubio. Expulsó al visitante Manu Lama.

Incidencias: encuentro correspondiente a la 33ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López, ante 11.975 espectadores.

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