Lucas Boyé llenó de aire sus pulmones bajo un cielo todavía amenazante y, con un soplo huracanado, alejó la tormenta de Los Cármenes. Un golazo del ariete argentino, que rubricó una actuación magistral, ha despejado los nubarrones del feudo zaidinero y vuelve a enganchar al Granada a la lucha por el ascenso. Hundió a Aarón Escandell con una volea inatajable y, a la postre, mortal para un Oviedo apático. Lo de después fue un despliegue de pragmatismo del conjunto rojiblanco, que contuvo los arreones del cuadro carbayón para ponerse a dos puntos del corte del ‘play-off’, que todavía marcan los asturianos.
Lo de este sábado era una final y el Granada cumplió. Porque todo lo que no hubiera sido sumar de tres habría hecho que el final del curso fuera soporífero para los nazaríes e irrespirable el ambiente a su alrededor. Escribá neutralizó al Oviedo con tres mediocentros que dotaron de consistencia al conjunto rojiblanco y la aparición del hombre que sintió la llamada de la responsabilidad en cuanto Uzuni se marchó. Boyé no es un gran goleador, pero aparece y tiene orgullo para seguir remando. Se alió con Rubén Sánchez en una acción temprana que acentuó la madurez de Manu Lama. El zaguero, que no deja de crecer, impuso después su ley para evitar que el resultado se escapara. Vida extra para los granadinistas.
Escribá: «Hemos ganado la primera liga de un partido, nos quedan diez»
Apenas había cesado la tromba de agua cuando el balón comenzó a rodar. En pocas vueltas, dejó claro que la lid sería pareja y sin demasiados sobresaltos. En el Granada era palpable el miedo al error, concienzudo en cada movimiento, hasta casi contener la respiración para controlar el pulso. El Oviedo, más de rock que del vals que le proponían los rojiblancos, salió con el bote de picante en la mano, aunque hubo de resoplar pronto aliviado, madrugador Neva en una internada en la que no encontró aliados. Se fue animando el cuadro asturiano por el perfil diestro, por donde Hassan inventaba. En una réplica, encontró a Nacho Vidal casi en las narices de Mariño, seguro para bloquear el intento de espuela. El consecuente servicio desde la esquina aterrizó en la frente de Alemao, que tampoco logró inquietar al meta. El fútbol, pese a todo, se cocinaba a fuego lento, hasta que a Escribá le falló la estrategia en su favor.
Al conjunto rojiblanco le salió una acción ensayada como si en realidad la estuviera improvisando e Ilyas salió a correr como perseguido por la parca. Pero no era la señora de negro quien le pisaba los talones, sino Manu Lama en un esfuerzo encomiable por frenar el contragolpe. Se puso delante, enfundado en las ropas de Gandalf, y le debió de decir aquello de «no pasarás». Prolongó la acción para que Rubén Sánchez pisara a fondo el acelerador y, con su marcador en la cuneta, curvó la parábola al segundo poste. Por allí iba inflando el pecho Lucas Boyé, que soltó todo el aire para fusilar al que fuera portero nazarí, obús imparable.
La diana liberó tensiones, aunque hizo recular a los de Fran Escribá. Los carbayones dieron un paso al frente para instalarse en los aposentos rojiblancos, con más calma pero sin ideas en lo que los de franjas horizontales se condensaban. La falta de espacios infundía cierta claustrofobia al combinado azulón, que, por más que probaba, no daba con la combinación que desarmara el sistema. El Granada sí tenía cancha a la espalda para aventurarse en alguna escapada. Rebbach trazó un eslalon hasta localizar en el balcón del área a Stoichkov, raudo para soltar el latigazo pero sin atino para esquivar a Aarón. Pero el balón era asturiano y eso impacientaba a Los Cármenes, que empezó a sonar como si tuviera alguna olla exprés en el fuego.
A Portillo le faltó atino tras un control atropellado y Miguel Rubio, en un escorzo por despejar, casi envía a su meta un envío de Nacho Vidal. Respondió Lucas Boyé con veneno, tras recibir de Abde Rebbach. Le pitó el radar, se giró y armó el tiro desde fuera del área, exigido el meta carbayón para escupirlo y mantener con vida a los suyos al intermedio, aunque la pausa les sentó mal. Regresaron entumecidos, decaídos y desbordados en la parcela ancha pese a la incursión de Seoane. El trío de ases con el que Escribá afrontó la cita funcionaba y desactivaba la operativa azulona, lo que promovía la actividad arriba.
Lucas Boyé desenfundó el revólver nada más regresar y apretó el gatillo con insistencia, pero pareció que las balas se le habían quedado en el vestuario. El Oviedo no salía de su letargo, como si en el descanso le hubieran dado a probar la manzana de Blancanieves, y Calleja introdujo a Álex Cardero para tratar de hacer espabilar a sus pupilos. El movimiento inyectó frescura a los visitantes, pero el conjunto rojiblanco ya levantaba la coraza. Hassan se hartó de buscar compañeros libres de maca y sacó de la manga un disparo que salió por poco desviado, en lo que el anfitrión apretaba los dientes.
Salieron Ricard y Rodelas para intentar impedir que el Granada se hundiera, pero la inercia ya era irreversible. El Oviedo, tenaz, no hacía más que embestir, pero carecía de mordiente. Juanma Lendínez oxigenó la medular, exhausto Trigueros tras una de sus mejores actuaciones del curso. Asomaron los rojiblancos la cabeza en otro saque desde el cuarto de circunferencia, tan cerrado que tuvo que peinar junto al poste David Costas. La prolongación sorprendió a Manu Lama, que logró rematar, pero sin margen para dirigirlo a gol. Saltó Loïc Williams para cerrar con cinco atrás y Borja Bastón, que en un robo permitió que Rodelas desplegara las alas. Vio a Aarón adelantado e intentó enviar su candidatura al Premio Puskas, sin acierto, pero de lo que no se dio cuenta es de que Ricard le acompañaba completamente solo. No importó. Sonaron los tres pitidos y el granadinismo sonrió. No se les escapó el tren y todavía tienen opciones.
Ficha técnica:
Granada CF: Diego Mariño; Rubén Sánchez, Miguel Rubio, Manu Lama, Carlos Neva; Sergio Ruiz, Gonzalo Villar (Loïc Williams, 87’), Manu Trigueros (Juanma, 82’); Stoichkov (Ricard, 72’), Abde Rebbach (Rodelas, 72’) y Lucas Boyé (Borja Bastón, 87’).
Real Oviedo: Aarón Escandell; Nacho Vidal, David Costas, Dani Calvo, Pomares; Sibo (Álex Cardero, 58’), Colombatto, Portillo (Seoane, 46’), Ilyas (Sebas Moyano, 69’); Haissem Hassan (Paulino De la Fuente, 78’) y Alemao (Paraschiv, 69’).
Goles: 1-0: Lucas Boyé, min. 10.
Árbitro: Dámaso Arcediano Monescillo, del comité castellanomanchego. Amonestó a los locales Abde Rebbach, así como a los visitantes Alemao, David Costas y Haissem Hassan.
Incidencias: encuentro correspondiente a la 32ª jornada de Liga en Segunda División, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 9.969 espectadores.