Las lluvias en Málaga de los últimos meses de octubre y noviembre han servido para mejorar la situación del campo, incrementar las reservas de los embalses y flexibilizar las limitaciones de consumo por habitante en la provincia. La sequía, sin embargo, sigue siendo noticia, ya que aunque ha mejorado el panorama, el déficit hídrico sigue afectando a los malagueños en diversos ámbitos del día a día. Para tratar la actualidad de la sequía en Málaga nos atiende el profesor y catedrático en Ecología y Geología de la Universidad de Málaga, Iñaki Vadillo.
¿Qué es la sequía?
“Hay tres tipos de sequía. La climatológica, la hidrológica y la sociológica. La primera tiene lugar cuando deja de llover por encima del 75% de la media, lo que no implica que haya una sequía hidrológica, ya que si contamos con las infraestructuras suficientes y necesarias podemos tener agua acumulada de años previos. Cuando se empiezan a dar consecuencias en el aspecto económico y social, como los recortes en riegos o la dotación de la población, entonces hablamos de sequía socioeconómica”.
¿Cuál es la situación de la sequía en Málaga tras las últimas Danas?
“El problema llega con la concatenación de años de sequía, ya que podemos quedarnos sin ese colchón. El problema que tenemos en la provincia es que venimos de varios años secos, entonces los embalses y acuíferos se han ido explotando y las lluvias que se han sucedido hasta ahora no han podido solventar ese déficit que hemos tenido. Haría falta no una dana, las danas son malas porque la forma de llover es torrencial y hay más escorrentía que infiltración, pero hacen falta más años, lloviendo de forma media para poder decir que la sequía se ha acabado”.
¿Ha ocurrido esta situación antes?
“Las sequías en el sur peninsular y España son recurrentes. Este es un fenómeno asociado a elementos climáticos como la actividad solar. Aquí en la universidad hemos hecho investigaciones que confirman que las sequías son cíclicas y dependen de oscilaciones de 11 años asociadas a la actividad solar y otros tipos de fenómenos. Pero sequías ha habido toda la vida y las seguirá habiendo”.
¿Podemos esperar que se revierta la situación en los próximos años?
“El problema que hay es que hay que diferenciar entre sequía y escasez hídrica. La primera habla de falta de lluvias y la segunda de la demanda de agua. Puede estar lloviendo siempre una cantidad, pero si la cantidad de agua diaria que se requiere para agricultura o abastecimiento urbano es mayor, por mucho que llueva lo mismo siempre va a hacer falta más agua. Ahora mismo lo que tenemos es un problema de escasez hídrica”.
Se entiende entonces que la sequía no es solo un problema de lluvias…
“La responsabilidad no es de la lluvia, que es algo natural, pero la ordenación del territorio y establecer los límites de nuestra sociedad es un tema que la política debe de tratar. Hay una capacidad límite de población que puede ser abastecida o hay un tope de hectáreas de riego. Lo que no se puede es aumentar todos estos aspectos sin que haya un estudio y unas limitaciones. Ahora mismo hay un crecimiento desaforado en la costa y llegará el momento de hacer un estudio para ver hasta cuando podemos sostener esto. El agua no es un recurso infinito”.
¿Construir más embalses puede ser la solución?
“La solución pasa por varios frentes. Hay que mejorar las infraestructuras, como construir la presa de Río Grande. Hay otras como la del Valle del Genal que tendría un impacto negativo gigante sobre un entorno natural único. Más embalses es complicado de hacer, porque la regulación de los ríos está casi completa, los embalses grandes están hechos. Una de las soluciones pasa por el aprovechamiento de los recursos hídricos subterráneos. En España hay cinco veces más agua almacenada en acuíferos que en todos los embalses, y eso es un recurso infrautilizado, y cuando se hace muchas veces están mal gestionados.
¿Y las desaladoras?
«Es una de las soluciones. Aunque estas plantas requieren de muchos años para construirlas, necesitan mucha energía y producen un vertido como las salmueras. También la reutilización de las aguas, que ya se viene haciendo, aunque ahora mismo solo pueden usarse para regadíos o baldeos de calles. Otros aspecto muy interesante es la recarga artificial de acuíferos, que consiste en tomar excedentes de escorrentías y reinyectarlas en los acuíferos. Hay muchas salidas y hace falta investigación al respecto.
Para terminar, ¿qué piensa del descubrimiento de ese “pantano” subterráneo del Guadalhorce?
“El término pantano subterráneo es sinceramente muy desafortunado. Cuando hablamos de pantanos lo asociamos a una obra superficial como son los embalses, pero los acuíferos no son embalses. Almacenan agua, pero su gestión es muy distinta. Ese “pantano subterráneo” como dicen en prensa se conoce desde siempre y se llama el acuífero del Bajo Guadalhorce, que tiene decenas de hectómetros cúbicos de agua que fluye desde la cabecera en Álora. Lo que pasa que Málaga siempre ha tenido su abastecimiento desde otras zonas y ahora que se le han visto las orejas al lobo hemos tenido que buscar otros recursos. Pero esos recursos siempre han existido”.
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