Israel lanzará una invasión terrestre “inminente” y “limitada” del Líbano. Así se lo han hecho saber responsables israelíes a sus homólogos estadounidenses, puntualizando que la operación tendrá lugar sobre el sur de dicho país y que estará enfocada en destruir infraestructuras asociadas a Hezbolá.
De esta forma, la escalada bélica continua y se suma a los bombardeos realizados durante la última semana, que se han saldado miles de víctimas y que durante el día de hoy han alcanzado el centro de Beirut, capital libanesa.
La comunidad internacional teme que esta posible invasión agrave aún más la situación en Oriente Próximo, y ya se multiplican los esfuerzos diplomáticos para intentar frenarla. Al mismo tiempo, Estados Unidos ha anunciado el despliegue de miles de soldados adicionales en la región.
Desde Washington se presiona sobre Israel para limitar el alcance de la operación y evitar que desemboque en una ocupación prolongada, como ocurrió entre 1982 y 2000, cuando la intervención israelí pretendía mantener alejadas de la frontera a las milicias de la Organización para la Liberación de Palestina, pero acabó facilitando el surgimiento de Hezbolá.
No obstante, Estados Unidos no se opone abiertamente a la operación israelí. El portavoz Mathew Miller ha insistido en que la presión militar puede servir de “apoyo a la diplomacia”, aunque reconoce que también conlleva el riesgo de “errores de cálculo y de consecuencias no deseadas”. Por su parte, el presidente Joe Biden ha reiterado que un alto el fuego sería lo más conveniente.