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La carta que Trinidad García-Herrera dejó escrita antes de fallecer para agradecer la medalla de oro de las cofradías

Este 1 de febrero de 2025 debió ser un día especial para Trinidad García-Herrera Pérez-Bryan, quien estaba destinada a recibir la Medalla de Oro de la Agrupación de Cofradías de Málaga en reconocimiento a su incansable labor en la conservación del patrimonio documental de la Semana Santa malagueña.

Sin embargo, su inesperado fallecimiento en diciembre de 2024 impidió que pudiera sostener este galardón en sus manos. A pesar de su ausencia física, su voz estuvo presente en el acto de entrega celebrado en la Iglesia de San Julián, donde su sobrina, Marta Díaz García-Herrera, leyó la carta que Trinidad dejó escrita en previsión de este momento.

Emotivo homenaje a Trinidad García-Herrera con la entrega de la Medalla de Oro de la Agrupación de Cofradías

En su misiva, Trinidad expresó su sorpresa y gratitud por el reconocimiento recibido, recordando sus inicios en la Agrupación en 1988, de la mano de Lola Carrera y Jesús Castellanos. Compartió cómo, a pesar de no conocer en profundidad la historia de las cofradías en aquel entonces, se embarcó en la creación del Archivo Histórico de la Agrupación, un proyecto que comenzó desde cero y que, con esfuerzo y dedicación, logró consolidar a lo largo de los años.

Evocó las tardes de trabajo junto a Lola Carrera en la antigua sede de Alarcón Luján y posteriormente en San Julián, donde comenzaron a organizar un archivo que, hasta ese momento, solo contaba con documentación administrativa dispersa. Con el paso de los años, su labor creció y evolucionó, permitiendo la digitalización de los fondos documentales y la modernización del archivo bajo la presidencia de Rafael Recio.

A continuación, se presenta el texto íntegro de la carta de Trinidad García-Herrera:

«Nunca llegué a imaginar que un día me encontraría aquí, delante de esta asamblea, agradeciendo la distinción que tan generosamente me habéis concedido.

Y solo por el hecho de realizar una labor con la que siempre me he sentido muy a gusto y muy gratificada: la conservación de nuestro patrimonio documental, es decir, la historia de nuestra Agrupación, de las hermandades y cofradías, de sus hombres y mujeres cofrades.

Llegué un día a esta Casa a finales del verano 1988, de la mano de dos amigos cofrades: Lola Carrera y Jesús Castellanos.  

Ambos, eran miembros de la Junta de Gobierno que presidia Francisco Toledo. Lola como Archivera y Jesús, en aquel entonces, Hermano Mayor de la cofradía de los Dolores del Puente, como miembro de la Comisión de San Julián.

Me llamaron para que, como técnica en archivos, les ayudara a poner en marcha un proyecto ilusionante: la creación de un Archivo Histórico de la Agrupación de Cofradías. Hasta entonces la Agrupación solo contaba con un archivo administrativo.

Por aquel entonces, yo sabía poco o nada de la historia de las cofradías, y tampoco de la Agrupación.

A pesar de pertenecer a una familia cofrade, de ser nieta de uno de los fundadores de la Congregación de Mena, que formó parte muy activa en las Juntas de Gobierno de esta Agrupación en los primeros años de la presidencia de don Antonio Baena.

Lola, archicofrade del Paso y la Esperanza sabia la historia de todas, y me enseñó a conocerlas y respetarlas, igual que lo sentía ella.

El primer recuerdo que tengo es de una habitación pequeña en aquella antigua sede de Alarcón Luján, y un montón de cajas apiladas llenas de periódicos, fotografías, carpetas de documentos.… no lo olvidaré. Todo un reto.

Pero Jesús, cuando se marcaba un objetivo te convencía de que aquello era una tarea muy fácil, aunque tu pusieras todas las trabas del mundo, y esto unido a la ilusión de Lola que ya veía el archivo histórico como una realidad, no me quedó otra que ponerme en marcha.

Y comenzamos con el traslado de los fondos documentales, desde esta antigua sede a la nueva de San Julián.

Nos instalamos en una dependencia, con forma de tranvía situada en la primera planta de este edificio, que hoy, cosas de la vida, lleva el nombre, Museo Jesús Castellanos.

Era la primera vez que el archivo contaba con un espacio físico. Hasta entonces los documentos se custodiaban en la secretaria de la Entidad.

Fueron unos años de trabajo duro pero ilusionante, no fue nada fácil porque no había nada hecho desde el punto de vista archivístico. Empezamos de cero a crear un nuevo archivo.

Cuando terminaba mi jornada laboral en el Archivo Diaz de Escovar, de la que era responsable, me dirigía a la Agrupación donde Lola ya me esperaba trabajando.

Ella amenizaba el trabajo con historias y anécdotas cofrades, y con la firme convicción de que los espíritus de San Julián nos acompañaban todas las tardes.

 Y así fuimos ordenando y catalogando los fondos hasta conseguir ponerlo todo en orden, documentos, fotografías, prensa, carteles, etc.

Hasta el año 1995, que hicimos un alto en el camino.

Después de dos años sabáticos volvimos cuando el presidente Clemente Solo de Záldivar nos llama para que, en su Junta de Gobierno, Lola fuera cronista y yo archivera.

Pero Lola siguió en el archivo con su tarea, solo que se le incrementó el trabajo con las crónicas.

Se nos quedó pequeño el espacio con tanta documentación que nos llegaba y con la incorporación al equipo de nuevos colaboradores.

Seguíamos creciendo y años más tarde nos trasladamos a una nueva dependencia más amplia, en el edificio de la sede administrativa. Y ahí seguimos, solo que ahora se llama Archivo Histórico Lola Carrera.

En el 2006 se nos fue Lola, amiga, maestra de cofrades y pionera en muchas cosas. Primera mujer en pertenecer a una Junta de Gobierno de la Agrupación de Cofradías.

Las nuevas tecnologías nos llegaron con el presidente Rafael Recio que apostó por ello. Fue el cambio a un archivo del s.XXI. Hubo que empezar de nuevo, pero mereció la pena, (gracias Pipo).

Actualmente están todos los fondos informatizados y digitalizados gracias a la constancia y el trabajo de todo el equipo de archivo.

Porque el mérito no es solo mío. Esta tarea no puede hacerla una sola persona. El resultado os aseguro, no sería el mismo.

Por eso esta medalla la quiero compartir con ellos:

Con Alberto Salinas el primero en llegar, y con los que se fueron incorporando después, José María de las Peñas, Mª Victoria Gª Herrera, Guillermo Quintero (q.e.p.d) y Raquel Espejo.

He contado igualmente con la colaboración puntual de otros generosos y valiosos cofrades: José Manuel Luque, José Luis Pérez Cerón, Manuel Duarte y Salvador González.

Y por supuesto con el apoyo y la confianza que depositaron en mis todos los presidentes de esta Entidad que tuve el privilegio que contaran conmigo en sus Juntas de Gobierno, Francisco Toledo, Jesús Saborido, Clemente Solo de Záldivar, Rafael Recio, Eduardo Pastor, Pablo Atencia y José Carlos Garín.

 Querido presidente y compañeros de Junta de Gobierno gracias por vuestra generosidad, pero os debo una disculpa.

Cuando me comunicasteis vuestra decisión, no estuve a la altura agradeciendo como se merecía esta distinción.

Si me permitís un atenuante, os confesaré, que al archivero /a le gusta trabajar en la sombra, ser casi invisibles, que su trabajo sea el que destaque, y esta exposición pública me abrumó. Sentí miedo escénico.

Una vez superado esto, solo me queda un profundo agradecimiento.

Muchas Gracias

Trinidad García-Herrera»

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