Ya lo decía José Guirao cuando aún era el director de la Casa Encendida. «El próximo nicho cultural será la gastronomía». Claro, por aquel entonces los gestores culturales se echaban las manos a la cabeza. ¿Cómo va a ser de consumo cultural algo que está fuera de las bellas artes, la música o la danza? Claro. Ahora a nadie se le escapa que la gastronomía va más allá del simplemente comer. Y en Málaga encontramos una particularidad dentro de ese nicho: el desayunar en la calle.
Y esto es algo que va más allá de las múltiples formas de pedir un café o que al pan se le llame pitufo. Para los hosteleros, ofrecer un buen servicio de desayuno llega incluso por saber reconocer qué tipo de productos consume alguien que va a desayunar con frecuencia a su local, lo que hace que se cree un vínculo importante de socialización entre cliente y establecimiento.
Según el sociólogo norteamericano, John Macionis, la cultura es el conjunto de significados que comparten un grupo de personas en torno a algo que les identifica. Por lo tanto se podrá ver identificado en el bar en el que todas las mañana se ven las mismas caras, los mismos desayunos y el mismo camarero de confianza. Darse los buenos días y preguntar cómo fue lo de ayer.
Conductas y cultura
Lo de desayunar en la calle es algo que se practica mucho en Andalucía, con especial singularidad en Málaga. Muchos encontramos en esta práctica un momento de evasión, de socialización, de placer, tranquilidad o cualquier otra motivación. Cuando se dan componentes de socialización apoyados por una motivación y que nos producen algún tipo de emoción, los humanos tendemos a crear una periodicidad de la conducta. Forma parte de el condicionamiento clásico recogido en los principios psicológicos básico. Estamos ante la llamada ‘Cultura del desayuno en la calle’.