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La defensa del acusado de disparar a dos hombres en 2018 dice que no hay prueba y demostrará inocencia

El abogado defensor del acusado de supuestamente disparar y acabar con la vida de dos hombres en 2018, uno de ellos a la salida de la comunión de su hijo en Marbella (Málaga), ha asegurado que su cliente es «inocente» y ha incidido en que mientras las acusaciones –Fiscalía y letrado de una de las víctimas– «no van a poder acreditar la culpabilidad»; él sí demostrará con pruebas la inocencia.

La Audiencia de Málaga ha continuado este miércoles el juicio con jurado a ocho procesados por estos crímenes ocurridos en mayo y agosto de 2018, cuatro de ellos como supuestos planificadores, para los que las acusaciones piden prisión permanente revisable, y el resto por su presunta colaboración en alguno de los dos hechos, para los que solicitan 12 años de cárcel.

Así, en cuanto al primer crimen, en el que la víctima recibió cinco tiros al salir con su familia de la comunión de su hijo, la defensa del acusado por supuestamente disparar ha asegurado que ha aportado una prueba tecnológica, que es un vídeo de Snapchat, «que lo sitúa en otro lugar en el mismo momento del asesinato», con lo que ha dicho que es «físicamente incompatible» que sea el autor.

En lo referente al segundo asesinato, que ocurrió al poco de que el hombre llegara a su domicilio en Estepona (Málaga) tras haber estado de madrugada con otro de los procesados, ha explicado que, en su opinión, de los vídeos de la investigación se extrae que quien lo hizo es zurdo y que demostrará con una pericial que su cliente es diestro.

Este letrado ha asegurado que va a «cuestionar toda la teoría policial» que, ha dicho, está hecha «con piezas de un puzzle que no encajan», apuntando que cuando esto pasa «terminan recortándolas». Ha recordado que la tesis policial es que los dos fallecidos, al parecer, «se dedicaban al narcotráfico» y que «el primer crimen fue un encargo del segundo hombre», planteando hipótesis alternativas para cada uno de los casos con autoría distinta a los acusados.

Sí ha asegurado que su cliente está vinculado al tráfico de hachís, «no es un santo»; pero ha asegurado que no hay evidencias probatorias respecto de los asesinatos. Así, ha indicado que se ha aportado un certificado de que no tiene antecedentes penales en una decena de países europeos y solo tiene condenas a multa en Suecia por delitos leves de tráfico.

Asimismo, ha expuesto la abogada de otro de los principales acusados, que está en prisión por una condena no firme que no está relacionada con este caso, la cual ha alegado «indefensión» porque ha dicho desconocer «cuál es el rol que se le asigna», apuntando que sólo está acusado «bajo el paraguas de la planificación». Así, ha apuntado que se ha creado un perfil de «peligrosidad» por su vinculación familiar –es hermano de otro– y se le va a juzgar por ese perfil.

«Si no hay pruebas, olvídense de ningún perfil; este ciudadano espera justicia», ha indicado, asegurando, como los demás letrados, que «no hay una acusación concreta ni prueba directa o indirecta». Además, para esta defensa, la teoría policial está plagada «de prejuicios».

Tanto esta como el abogado que representa al otro procesado en prisión se han quejado por el trato que se está dando a sus clientes, asegurando por ejemplo la letrada que «no son formas ni es humano» el que tengan que permanecer durante todas las horas del juicio engrilletados.

La defensa del último de los acusados considerado por el fiscal como principales ha explicado a los miembros del jurado que «no se trata de hacer justicia de cowboy, sino de una justicia con mayúsculas», instándoles a que «si tienen dudas» no declaren culpables a los procesados. También ha negado pruebas contra su cliente y ha argumentado por qué no se le puede vincular con los hechos.

Los abogados de los acusados de supuesta complicidad, ya que habrían facilitado una moto para perpetrar el primer asesinato, han asegurado, igualmente, que no hay pruebas. Así, una de las defensas ha señalado que su cliente sí compró la moto en Alemania, la trajo, la entregó a una persona «que ni siquiera ha sido citada como testigo», y luego se volvió a Suecia.

Ha explicado que su defendido se dedica a este tipo de operaciones de mudanzas y trajo el vehículo en febrero de 2018, tres meses antes del primer asesinato, «suponiendo que sea la misma moto», lo que ha puesto en duda.

«Es inocente y no pinta nada en esta historia», ha aseverado, apuntando que en esta causa «además de no haber prueba de cargo, hay muchísima prueba de descargo», al considerar que en esta investigación «se han matado moscas a cañonazos».

El letrado ha explicado que para que sea culpable tienen que darse tres requisitos, que su cliente comprara la moto, que sea la misma que se usó en el asesinato y que supiera que iba a utilizarse en él, apuntando que admite el primero, pero que el fiscal «no tiene nada» respecto de los otros dos. «Cero patatero» es lo que ha dicho que tienen las acusaciones.

Varias defensas han incidido en que los acusados, si eran sicarios, como sostienen las acusaciones, por qué es que han alquilado viviendas y comprado vehículos con sus nombres o el de sus familiares y, además, no se deshicieron, por ejemplo, de la moto. También han apuntado que al haberse rechazado por varios jueces que haya un delito de organización criminal no se puede sostener la petición de prisión permanente revisable.

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