Cinco años desde que enviaron la solicitud para entrar en una residencia, y una vida de dependencia absoluta: esa es la realidad de Arantxa Fernández y su hijo Juan, un joven de 22 años que sufre autismo, síndrome de Kleefstra, epilepsia, y un 97 por ciento de discapacidad.
Su madre ha visitado Llegó la Hora para explicar cómo es su día a día cuidando a una persona totalmente dependiente y que necesita atención constante. «Lo llevamos a las ocho y media al centro de día, donde está hasta las cuatro de la tarde. Luego lo recogemos y se queda en casa porque no podemos salir con él, muerde, agrede, rompe todo a su alrededor», ha afirmado Arantxa.
Separarse de su marido para poder vivir
La situación, por tanto, es insostenible en casa. Arantxa ha explicado que tuvo que «separase de su marido para poder vivir». Así, los dos se turnan cada semana en el cuidado de Juan, que necesita atención continua debido a sus ataques epilépticos, de los que comenta su madre que «es lo que más le preocupa porque ahí peligra su vida».
Y es que el comportamiento y evolución de Juan pide a gritos intervención profesional, más allá de los problemas de salud y dependencia con sus cuidadores, ya que tiene episodios de violencia y agresiones muy habituales. Su madre ha comentado que en esas ocasiones «Juan no es consciente».
Asimismo, ha lamentado que «es una pena que las madres estemos gritando, pidiendo ayuda, y que estén tardando, como es mi caso, cinco años en darnos plaza». Por otro lado, ha apuntado que, gracias a un vídeo que publicó en redes sociales explicando su situación, ha conseguido una entrevista con la delegada de Dependencia de Málaga, Noelia Real. Aun así, «no confía en que le de una solución inmediata».
La familia de Juan continúa en su lucha, y ha abierto una campaña en change.org para conseguir una plaza de residencia para adultos con autismo severo. Su madre, sonriente durante toda la entrevista, ha sido clara respecto a su actitud: «Lo miro de forma positiva, porque ellos miran desde otros ojos. Si lo vemos desde la empatía, es casi un milagro».