Este primer viernes del mes de marzo es la Solemnidad del Cristo de Medinaceli, una devoción profundamente enraizada en toda España, donde miles de devotos en numerosas ciudades y pueblos acuden a venerar a la Sagrada Imagen. Como es tradición, se depositan tres monedas tras visitar al Cristo.
En Málaga, la imagen de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli se encuentra en la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol. Desde muy temprano, cientos de personas aguardan largas colas para acceder al templo de la calle Granada y cumplir con esta tradición que se repite cada primer viernes de marzo. Este Cristo de origen antequerano, de autoría anónima y adscrita al círculo de Antonio de Castillo, perteneció a la extinta Cofradía de la Humildad en la ciudad del Torcal, cuya dolorosa es la actual Soledad de Mena. La iconografía que representa esta imagen es la de Cristo coronado de espinas y con las manos atadas, siguiendo el modelo del Medinaceli de Madrid.
El origen de la tradición de las tres monedas para el Cristo de Medinaceli se remonta al siglo XVII y está vinculado a una mezcla de hechos históricos y elementos legendarios que han perdurado en la devoción popular. La imagen de Jesús de Medinaceli, una talla de Cristo en el momento de su Pasión, fue realizada en Sevilla en la primera mitad de ese siglo y llevada por frailes capuchinos a La Mamora (actual Mehdía, Marruecos), una plaza española en el norte de África. En 1681, tras la conquista de la ciudad por el sultán Muley Ismail, la imagen fue capturada y tratada como un cautivo más, siendo sometida a vejaciones y trasladada a Mequinez.
Los frailes trinitarios, una orden dedicada al rescate de cautivos cristianos, negociaron su liberación. Según la historia documentada, acordaron pagar el peso de la imagen en monedas de oro. Aquí entra la leyenda: se dice que, milagrosamente, la balanza se equilibró con solo treinta monedas de oro, un peso mucho menor al esperado para una talla de 1,73 metros. Este hecho, aunque probablemente embellecido por la tradición oral y textos como una comedia en verso de 1776 escrita por el trinitario Juan de Jesús María, dio lugar a la creencia de un evento sobrenatural.
Con el tiempo, esta historia evolucionó en la práctica devocional de ofrecer tres monedas, un «diezmo» simbólico de las treinta al Cristo de Medinaceli, acompañadas de tres peticiones o deseos. La tradición sostiene que al menos uno de estos deseos será concedido. Tras su rescate en 1682, la imagen pasó por varias ciudades (Tetuán, Ceuta, Gibraltar, Sevilla) antes de establecerse en Madrid, en una capilla financiada por los Duques de Medinaceli, de donde toma su nombre. Desde entonces, la costumbre de las tres monedas se ha extendido, especialmente asociada al primer viernes de marzo, cuando los fieles acuden masivamente a venerarla, como ocurre en Madrid, Málaga y otros lugares donde se replica esta devoción.
Las tres monedas simbolizan el rescate milagroso de la imagen y se han convertido en un gesto de fe y esperanza para los devotos, arraigado en una narrativa que combina historia y leyenda.
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