Aún cuesta algo de trabajo entrar en su casa, pero al menos ya no hay una batalla campal con los muebles por el camino. Queda barro, mucho barro, pero menos que hace un mes y medio, cuando ni siquiera se podía acceder con el coche hasta su hogar en ruinas. Cloti de Luque tiene un brillo en los ojos que para aquel entonces no se apreciaba. Las lágrimas lo impedían. Ahora, se siente estancada, pero “mucho mejor”, asegura.
Fue hace un mes cuando nos abrió las puertas de su casa en Doña Ana (Cártama) para enseñarnos cómo el temporal había destrozado su casa. Las abrió metafóricamente porque hasta las puertas se llevó la extrema DANA que azotó la provincia. Los pies se siguen llenando de lodo en algunos puntos de su casa, pero nada que ver con lo que encontramos hace un mes. De hecho, sus cinco perros también han podido volver al hogar, a pesar de que algunos aún tratan de asimilar el cambio de vida.
“Ya huele distinto, se va secando poco a poco y cada día sigo limpiando, aún queda mucho barro pero por lo menos puedo entrar en mi casa y dormir, no en las mejores condiciones pero bueno”, cuenta Cloti a 101 Televisión mientras entramos en su hogar. En la parte de arriba ya tiene su cama y eso es todo. En la planta baja asoman unos cimientos de su nueva cocina. “Pienso hacerlo todo de obra, hasta el sofá, no pienso meter ni un mueble más en mi casa”, sostiene decidida.
Pérdidas
Cloti lo perdió todo. Todo excepto dos o tres bolsas de ropa de invierno, su furgoneta que está a punto de romperse y su vida. Se siente afortunada, pero tiene claro que algo le acompaña ahora más allá de las lombrices que se cuelan en su casa. “Ahora me acompañan las secuelas que esto te deja, el tener todo el rato en la cabeza cómo respondería si lloviera así, qué haría en una situación como esta”.
Lo siguiente en su lista de prioridades además de seguir reconstruyendo su hogar es construir un pequeño muro que le sirva de protección en caso de futuras posibles inundaciones. “Si vuelve a llover así no quiero volver a repetir esta historia y perderlo todo”, asegura la malagueña mientras observa los avances de su casa, que como apunta, no habrían sido posibles sin la ayuda de los voluntarios.
Entre esos voluntarios, Alberto sigue yendo cada día a su casa para ayudarla, aunque le diga que no está en casa. “Recuerdo los primeros días que me sentaba en una silla a observar el desastre y tratar de idear un plan de trabajo, pero no sabía ni hacia dónde llevar tanto barro, sin ellos habría sido imposible”, añade.
Con su hija de diez años y seis perros, a Cloti no le quedó otra que trasponer toda su vida a casa de su hermana, con las pocas pertenencias. Eso mismo nos contaba hace un mes: “Mi hija me dice que quiere estar aquí, mis perros están encerrados en un lavadero, no tengo ropa, no tengo nada, vengo aquí, echo el día, duermo en el sofá con mi niña, que me pregunta por cuándo nos vamos y no sé qué decirle”.
Suministro de agua
El suministro de agua limpia le dura unas tres horas por la mañana y a partir de ahí tiene que dejar de usarla para que no se le rompa el motor. “Estamos acostumbrados a que en Málaga no llueva pero sí pasa, mi consejo a quien viva una situación así es que si hay duda, se vaya, que lo importante es la vida y lo material puedes tener más o menos suerte”, aconseja.
Y en una oportunidad para hacer de este medio su altavoz, aclara que su mayor petición a la administración es que limpien el río que tantos destrozos ha dejado y que arreglen los caminos del entorno para poder tener una vida digna. Ahora celebra haber podido volver a casa y parte de su felicidad también se debe a que acaba de hacer una entrevista de trabajo, algo que desea con todas sus fuerzas.
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