Al norte de la provincia de Málaga, cerca de Antequera, un pequeño municipio de apenas 3.000 habitantes alberga uno de los mayores tesoros naturales de España, donde habita la mayor colonia de flamencos de la Península Ibérica. Se trata de la Reserva Natural de la Laguna Fuente de Piedra, un enclave único de 1.400 hectáreas de naturaleza que hace cuarenta años no eran más que un «terraplén» donde se encontraban «una laguna que se secaba, una encina y el vertedero del pueblo».
Nada más lejos de lo que hoy es. Gracias a la labor de restauración y conservación de trabajadores, voluntarios y lugareños, aquel terraplén se fue transformando a través de los años hasta convertirse en un espacio natural idílico, un largo proceso que este mes de febrero ha sido reconocido por la Junta con el premio ‘Banderas de Andalucía’ al mérito medioambiental.
«Es un gran reconocimiento al trabajo de muchas personas: de técnicos, de agentes de medioambiente… incluso ha habido una importante implicación de la población de Fuente de Piedra, que siente esta laguna como suya», afirma África Lupión, directora conservadora de la reserva natural. Y es que, no debió ser nada fácil convertir un vertedero en, ni más ni menos, el paraíso de los flamencos.
De vertedero a paraíso natural
Corría el año 1985 cuando Manuel Rendón, director de la reserva hasta 2021, asumió la difícil tarea de restauración de la laguna, a pesar de no tener a los villafonteses a su favor. Según relata el exdirector, antes de iniciar el proyecto, los habitantes de Fuente de Piedra utilizaban el actual aparcamiento de la reserva como zona de disposición de residuos.
«En los inicios, la gente estaba en contra. La laguna se había vallado y, además, se secaba, porque es una laguna temporal y depende de las precipitaciones, así que antes o después las colonias de flamencos terminaban fracasando. Sin embargo, comenzamos una investigación para determinar qué condiciones y qué factores las favorecían», explica Rendón.
Gracias a esta investigación, se puso en práctica «el conocimiento y la gestión» para convertir el humedal en un espacio protegido, repleto de fauna y vegetación. En él, se han criado a lo largo del tiempo «miles de pollos» y, en especial, la colonia de flamencos más grande la Península Ibérica y la segunda más importante de Europa, después de la existente en Carmague, Francia.
«Estaba reconocida como una especie amenazada, que fue uno de los motivos de la creación de la Reserva Natural, y hoy en día ha pasado a ser en toda España una especie que está en muy buena situación», explica el que fue director durante 38 años.
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Anillamiento de flamencos
A diferencia de aquella población villafontense reticente a la laguna en sus inicios, el papel de los vecinos de este municipio ha sido «muy importante» en las últimas décadas en el mantenimiento de la reserva. África Lupión destaca, en concreto, la implicación del pueblo en el anillamiento de flamencos.
«En cada intervención, cada año que se anillan los flamencos, es necesario contar con la colaboración de muchas personas para la actuación. Y buena parte de esas personas son los propios ciudadanos de Fuente de Piedra», expresa la actual directora.
Esta curiosa técnica tiene el objetivo de estudiar y monitorear a dichas aves. Consiste en colocar un anillo identificativo, generalmente de metal, en una de las patas del animal y, a través de ellos, se obtienen datos sobre sus migraciones, hábitos, tasas de supervivencia y comportamiento.
Sin embargo, estos últimos años no ha sido posible realizar el anillamiento en la laguna debido a la situación de sequía que, como esta, atraviesan muchas zonas de la provincia de Málaga. Y es que el cambio climático, no se lo esta poniendo fácil a esta especie (ni a muchas otras).
El flamenco frente a la sequía
Aunque los flamencos nazcan y se críen en la reserva, la especie integra la población del Mediterráneo y el noroeste de África, por lo que «si en este humedal no hay buenas condiciones, estas aves se irán a otros donde la climatología les permita criar ese año», apunta Manuel Rendón.
«Es una especie longeva que puede vivir más de 40 años y no tienen problema en migrar para criar. Aún así, la adaptación de la laguna a estas condiciones de cambio climático que estamos viviendo y que se prevén, como apunta el mundo científico, es uno de los retos para la conservación de este humedal y sus especies».
Así lo advierte quien impulsó el resurgir de todo un ecosistema y que dirigió durante cuatro décadas – curiosamente coincide con el tiempo de vida de un flamenco – la restauración y la conservación de este humedal, una misión que delegó hace tres años en África Lupión. Juntos han convertido la laguna en un edén para las aves que la habitan y para todo aquel que la visite.
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