Mientras la ropa de invierno sigue en el altillo, el mes de octubre ha empezando siendo fiel a sus tradiciones. Las castañas ya están en el fuego. Desde el día 1, quienes pasean por la ciudad se encuentran con la típica columna de humo que, acompañada de un aroma muy malagueño, avisan de que puedes acompañar el camino con un cartucho de castañas en mano. Una tradición que Pepe Santiago conoce muy bien, pues hace más de 50 años desde que trabaja en su puesto a los alrededores del Mercado de Atarazanas, por lo que ha explicado a 101 Televisión cómo afronta su temporada alta.
“Esperábamos que la producción iba a ir peor por la falta de lluvias, sin embargo, las castañas tienen hasta más calidad que el año pasado, ya que estuvieron afectadas por un hongo que se cargó gran parte de la campaña”, explica el titular de uno de los 49 puestos que el Ayuntamiento ha autorizado para este otoño en la ciudad.
La falta de agua
Según la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja), la sequía y la despoblación han marcado la cosecha de este año en la provincia con un descenso en la producción, con lo que algunos castañeros tienen buenas expectativas. Sin embargo, otros consideran que la falta de agua sí ha afectado directamente a la producción. “Se nota muchísimo, este año hemos tenido que comprar castañas en Galicia”, asegura uno de los titulares de un puesto en la Alameda, que mantiene el precio de dos euros por la decena de castañas.
Mientras la cosecha del primer mes vienen en su mayoría del Valle del General y Sierra de las Nieves, a partir del segundo mes empiezan a llegar castañas del norte de España, cuyos precios han aumentado, según explican los propietarios de las licencias. Eso no es un impedimento para los malagueños, que no pueden evitar pararse a comprar un cartucho.
“Íbamos de compras, pero hemos pasado por aquí y como teníamos dos euros sueltos hemos decidido comprar un cartucho, es inevitable, las castañas están muy buenas y es una tradición que siempre tenemos desde pequeños y además contribuimos a fomentar el mercado local”, asegura la malagueña Laura Arjona con un cartucho en mano. Con vísperas de estar hasta enero, los puestos de castaña ya tienen el fuego encendido con el reto de que el negocio siga heredándose de generación en generación
Por su parte, desde Asaja subrayan piden medidas “urgentes ante las amenazas que sufre el cultivo de la castañas”, asegurando que además hay varias enfermedades, la plaga de la avispilla y la despoblación, lo que podrían influir en que este cultivo desaparezca en las próximas décadas.