El cáncer supone un mazazo para el que recibe la noticia, para el paciente, pero también para su familia.
El ejercicio es su gran aliado, tanto antes, como durante el proceso, y después de superar el mismo, y por
numerosas razones que descubrimos en este reportaje. Día mundial contra el Cáncer
Para ello charlamos en Infosalus con Soraya Casla, doctora en Ciencias de la Actividad Física y el
Deporte y pionera en España en el ejercicio oncológico, que actualmente dirige el primer centro
especializado de ejercicio oncológico ‘Ejercicio y cáncer’, situado en Madrid.Cree que estamos
cambiando un paradigma y la sociedad, en general, entiende el ejercicio físico como parte importante de
la salud.
«No es fácil, pero en la pandemia nos dimos cuenta de que quienes tenían ejercicio físico tenían mayor
supervivencia», insiste. Así, considera que hay más evidencia científica de que el ejercicio ayuda en
diferentes enfermedades, no sólo en el caso del cáncer. «El ejercicio se empieza a percibir como algo que
hay que hacer para estar mejor, incluso aunque se tenga el diagnóstico de una enfermedad», añade.
No obstante, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas
adultas en el mundo no cumple con las recomendaciones de actividad física aconsejadas, cuando el
ejercicio es un elemento esencial para mantener un estilo de vida saludable y se ha relacionado con
menores tasas de incidencia y de mortalidad de diferentes enfermedades, entre las que se encuentra el
cáncer, así como con una mejor calidad de vida, y con menores efectos secundarios derivados de los
tratamientos, según defiende el Documento de posicionamiento sobre ‘Ejercicio en los pacientes con
cáncer’, de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), que presenta a finales de enero.
Este trabajo científico constata el importante papel en la prevención de enfermedades que cumple el
ejercicio físico que, en el caso concreto del cáncer, cifra hasta en un 30% en la reducción del riego de
cáncer de vejiga, mama, endometrio, colon, estómago y esófago. «El ejercicio también se asocia a una
reducción de casi el 20% del riesgo de mortalidad específica para todos los cánceres combinados»,
agrega.
Día mundial contra el Cáncer
Soraya Casla, por su parte, celebra en este sentido que hay cada vez más pacientes oncológicos que se
animan a practicar deporte después del diagnóstico, si no lo hacían ya antes del mismo. Precisamente,
acaba de publicar ‘Ante el cáncer, muévete’ (Vergara), un manual en el que trata todos estos asuntos.
«Los pacientes son conscientes de que tienen que hacerlo. El ejercicio físico es realmente una terapia
más, que previene otros tratamientos y que ayuda a otros procedimientos médicos. Antes del cáncer nos
ayuda a prevenir diferentes tipos de tumores, hasta 26. Se ha visto que puede ayudar a reducir su riesgo, y
que mejora la salud de los pacientes, al prevenir el cáncer, pero también otras enfermedades cuya base
fisiológica muchas veces es similar a la de éste», subraya esta experta.
Para ella lo más importante es que «en los diferentes tipos de tumores el ejercicio aumenta la
supervivencia», y éste debe ser, según defiende, «el principal motor motivacional para los pacientes».
Aparte, Casla subraya que durante los tratamientos aparecen los efectos secundarios y el ejercicio
físico ayuda a reducir muchos, «incluso a prevenir que aparezcan en un grado tan alto». Eso sí, resalta que,
donde más impacta el ejercicio en el cáncer es en la fatiga, dado que muchos pacientes se sienten muy
cansados y de repente todo lo contrario si hacen ejercicio. «Piensan que no pueden hacer ejercicio y al
hacerlo se encuentran mejor», aclara.
El ejercicio en el cáncer igualmente ayuda a prevenir las enfermedades cardiovasculares, o la
cardiotoxicidad a largo plazo de los tratamientos, aparte de prevenir la pérdida de masa muscular o la
ganancia de grasa, ser capaz de combatir esa sensación de hormigueo o de falta de sensibilidad a nivel
periférico en las extremidades o neuropatías periféricas. «El ejercicio mejora igualmente el sistema
inmune y que la situación del paciente sea la mejor posible para recibir los tratamientos según lo
establecido, en el tiempo y en las dosis fijadas. Además, por supuesto, de disminuir los niveles de presión
y de ansiedad que nos puede presentar esta enfermedad», según prosigue la doctora en Ciencias de la
Actividad Física y el Deporte.
Reconoce que, cuanto más estudia sobre los efectos secundarios del tratamiento del cáncer ve aún
más necesaria la práctica de ejercicio: «Estas terapias generan un envejecimiento en las células, pero el
ejercicio físico representa un estímulo externo que ayuda a rejuvenecerlas poco a poco tras los
tratamientos, y por eso mejora tantos aspectos la salud de la persona».
Es por ello por lo que destaca que el ejercicio es útil en el cáncer «en todo momento», y «siempre es mejor
empezar que no hacerlo». A su juicio, si se empieza su práctica antes de los tratamientos será lo mejor:
«Tengo pacientes que llegan con el diagnóstico al centro, nada más ser diagnosticados y estos pasan por
todo el proceso oncológico con menos días malos, comparado con aquellos que vienen después.
Seguramente se encuentran peor en los tratamientos quienes no hacen ejercicio. Empezar cuanto antes
mejora la calidad de vida de los pacientes».
Es más, subraya que en todos los pacientes con cáncer el ejercicio físico está indicado; incluso en
quienes se someten a cirugías complicadas y específicas, en quienes reciben quimioterapia, o radioterapia agresiva, o en pacientes con enfermedad avanzada o metastásica. «El deporte reduce, y mucho, los niveles de fatiga; mejora la respuesta a los tratamientos; se reducen mucho los efectos secundarios, impactando mucho en la calidad de vida, por ejemplo», añade. Día mundial contra el Cáncer
En el documento de posicionamiento sobre el ejercicio en los pacientes con cáncer de la SEOM antes citado, y que recoge Europa Press https://seom.org/images/Ejercicio_en_los_pacientes_con_cancer- niveles_asistenciales_y_circuitos_de_derivacion.pdf , también esta sociedad científica pone en valor que
el ejercicio interfiere en el desarrollo y la progresión del cáncer, de manera que pone en valor la práctica de ejercicio.
Según enumera, entre otros puntos, la práctica de ejercicio, además: reduce la producción de hormonas
anabólicas y sexuales; regula la expresión de los genes relacionados con la apoptosis o muerte celular,
favoreciendo la misma a través de la síntesis de miocinas; participa en el adecuado control del ciclo
celular; aumenta la perfusión y vascularización tisular; interfiere en los mecanismos de invasión de las
células cancerígenas, induciendo la expresión de las proteínas de adhesión, y mejora la función del
sistema inmunitario. Día mundial contra el Cáncer