Dicen que la fe es ciega. Cada año, la Hermandad de la Vera-Cruz lo demuestra acogiendo la visita de varios grupos de invidentes. Ellos tienen el privilegio de acercarse y tocar al crucificado. Se trata de una forma única de contemplar esta talla la imagen y descubrir rasgos de su anatomía.
Mila García, cofrade natural de Sanlúcar de Barrameda, es una de las personas que conforma el grupo de visitantes de la ONCE. Para ella, palpar la talla de este crucificado desde los pies hasta la cabeza «es como si sintieras el dolor que sufrió Cristo cuando le pusieron la corona de espinas o cuando le ves los clavos impresiona cómo le han perforado las manos y los pies».
«Animaría a las hermandades a que se atrevan a dejar que las personas invidentes podamos tocar las imágenes porque es nuestra forma de ver, de sentir lo que significa para nosotros», así anima Mila a que otras corporaciones se unan a la Vera-Cruz en su empeño de acercar la fe a aquellos que no ven.
Otra de las personas que formaba parte de esta expedición es la onubense Lola Quintero que afirma de forma rotunda que ya no le hace falta ver la Semana Santa, porque este día se va a quedar para toda la vida en su corazón y en sus recuerdos. Ella califica la visita como «un regalo que le ha brindado esta bonita hermandad».
«Lo que más me ha impresionado es la llaga del Cristo, esa llaga tan honda debajo del costado. He intentado contar las costillitas saber cómo tenía los ojitos, que los tenía cerrados, su pelito ondulado, sus piececitos clavados que le he contado hasta los deditos», afirma emocionada Lola, que ha tenido la oportunidad de tocar la anatomía del Cristo de la Vera-Cruz.
El hermano mayor de esta corporación, José María Tortajada, tiene claro que «el Lunes Santo es el día grande por la estación de penitencia y por poder salir con los titulares a la calle para que la gente disfrute del Cristo y de la Virgen. Pero para mí y para la hermandad este día quizás este día es como mínimo igual». Él mismo hace hincapié en que «poder acercarle a los invidentes y a los discapacitados a Dios es una maravilla».
Esta estampa encoge el corazón de cualquier persona que lo presencia. Por más que estemos inmersos en nuestra rutina, pequeños gestos como estos hacen que la Semana Santa sea aún más grande. Tanto es así que estos invidentes, tras su paso por la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, dicen haber visto el rostro de Dios en la imagen del Cristo de Vera Cruz.
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