Son menores que han vivido situaciones de abandono, negligencia o incluso maltrato, y que necesitan con urgencia un entorno familiar que les ayude a recuperar la estabilidad. Sin embargo, la falta de familias de acogida dificulta esta labor. “Ahora mismo hay unas cien familias de acogida en Málaga, pero no son suficientes, hacen falta, al menos, 50 más de manera urgente”, explica Macarena Ruiz, trabajadora social del equipo de valoración y seguimiento de la Fundación Hogar Abierto.
La necesidad es especialmente grave en los casos de acogimiento de urgencia, donde los menores requieren un hogar de manera inmediata. “En cualquier momento del día o de la noche, la policía o los servicios sociales pueden llamarnos porque hay un niño que necesita ser acogido, hay semanas con más demanda y otras con menos, pero la llegada de menores es constante”, señala Ruiz.
Pasos a seguir
El proceso para convertirse en familia de acogida está diseñado para garantizar que los menores encuentren un entorno seguro y adecuado a sus necesidades. Para ello, se sigue un protocolo estructurado en cuatro fases, según cuenta la trabajadora social a 101 Televisión.
En primer lugar, se hace una sesión informativa: la primera toma de contacto se da cuando una familia interesada acude a una sesión donde se explican los tipos de acogimiento, los compromisos y las responsabilidades que conlleva. En segundo lugar, se hace un curso de formación, con lo que aquellas familias que deseen continuar deben realizar una formación obligatoria, ya sean parejas, familias monoparentales o personas solteras.
En tercer lugar, un equipo de trabajadoras sociales y psicólogas evalúa las capacidades de la familia y su situación personal para determinar qué perfil de acogimiento es más adecuado en su caso. Por último, una vez superada la valoración, la familia pasa a formar parte de la bolsa de acogida de la Junta de Andalucía y puede recibir en cualquier momento la llamada para acoger a un menor.
Un proceso de recuperación
Los menores que llegan a una familia de acogida arrastran historias difíciles. “Nos encontramos con niños sin figuras de apego, que han crecido sin nadie que haya estado ahí para ellos”, explica Ruiz, quien añade que en muchos casos, han sufrido violencia física o psicológica, abusos o abandono emocional.
Un autobús turístico como escaparate para fomentar la acogida urgente de más de 60 menores en Málaga
El trabajo de acogida no termina con la llegada del menor. La Fundación Hogar Abierto, junto con la Junta de Andalucía, acompaña a las familias en todo el proceso. “Desde el cambio de colegio o centro de salud hasta el apoyo emocional, el seguimiento es constante, en algunos casos, se requiere intervención psicológica dependiendo del momento en que se haya producido el desamparo y el cambio de familia”, detalla la trabajadora social.
El objetivo final del acogimiento varía según cada caso. “Lo más satisfactorio es que el niño encuentre una solución estable: que pueda reintegrarse con su familia biológica con el seguimiento adecuado, que pase a a un acogimiento permanente o, en algunos casos, que termine siendo adoptado”, explica Ruiz. “Nosotros vemos cómo llegan, cómo los recibe su familia de acogida y el proceso que hacen hasta que encuentran su destino definitivo”.
Desde la fundación Ruiz anima a que muchas familias den el paso porque a pesar de ser duro por ser una nueva adaptación de un miembro, “pueden animarse a abrir su casa un ratito y darles esta oportunidad que de otra forma no la van a tener”, asegura la trabajadora.
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