Solemne es el adjetivo, el tópico cierto que le cabe siempre a cada Viernes Santo. Cristo ha muerto en este relato de la Semana Santa y evidentemente no cabe otro motivo que el luto y el recogimiento. Málaga ha vuelto a vivir esta jornada como un momento para la introspección y para encontrarse consiga mismo, buscar esa paz interior que le han dado las ocho cofradías que han salido a la calle en un día en el que se ha vuelto a dar el pleno de procesiones. Por este orden: Monte Calvario, Descendimiento, Amor, Dolores de San Juan, Soledad de San Pablo, Piedad, Sepulcro y Servitas.
La Semana Santa de 2025 está siendo muy diferente a la del año anterior. Está claro, el año pasado llovió suspendiendo la mayoría de las jornadas y numerosas estaciones de penitencia, y este año se está pudiendo ver a las imágenes, las bandas y el público abarrotando durante la tarde y las primeras horas de la noche estos cortejos. Este Viernes Santo, en otro día grande, no ha sido menos con gran afluencia desde las primeras salidas de la tarde.
El Viernes Santo es de silencio, de maderas que crujen, de cortar el viento con la liturgia. Y la mayoría de hermandades se dejan llevar por esta puesta en escena de la seriedad que requiere el momento religioso. Pero no por ello hay menos espectáculo en momentos como la salida y el recogimiento de Servitas, de otra época, en ver a Amor y Caridad subir la última cuesta, en el encierro trinitario a altas horas de la madrugada de la Soledad de San Pablo o en la última gran curva de esta Semana Santa a cargo de la Virgen de la Soledad del Sepulcro. Otra jornada para disfrutar en esta Semana Santa y aguardar el Domingo de Resurrección.