Se fue a trabajar como cada día. Puntual, a las seis de la mañana, Juan Antonio partió desde la nave en la que trabaja en Álora hacia Estepona, donde pasaría parte de su jornada. Dejó su coche aparcado en el municipio malagueño, junto a la nave, como cada día. Sin embargo, no podría imaginar lo que vendría horas después. Sus compañeros comenzaron a llamarle avisándole de que las fuertes lluvias se habían llevado su vehículo, el cual aún sigue buscando. “He puesto anuncios en redes sociales para encontrarlo, espero que cuando aparezca alguien lo denuncie”, ha asegurado el malagueño.
Como él, una multitud de vecinos se han visto afectados por la DANA, que este mismo miércoles ha seguido azotando la comarca con fuertes rachas de viento y lluvias. Unas consecuencias que no solo han tomado forma con coches desaparecidos y empresas paralizadas por la inundación, también con la falta de agua potable, ya que los vecinos de Álora han amanecido sin agua en sus grifos: ni para beber, ni para ducharse, ni para limpiar.
Sin agua en los grifos
No hay ningún tipo de tregua para los afectados, que no quieren ni recordar cómo fue el día de ayer, en el que se vieron obligados a abandonar sus hogares para estar a salvo. “No tenemos ningún tipo de suministro, hay muchos kilómetros de carriles incomunicados con muchos vecinos incomunicados, esta mañana estábamos tratando de acceder a las bombas de agua pero con la lluvia es imposible, está todo destrozado lleno de barro y lodo”, ha explicado la primera teniente de alcalde del municipio perote, Desirée Ruiz.
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En su caso, Lidia Navarro vivió la jornada como hace “un año, un mes y un día”. Lo recuerda con exactitud. “Me tiré toda la noche sin dormir, en el balcón vigilando por si entrara el río y entró, cogimos los animales y nos fuimos corriendo hasta un puente para estar a salvo y allí estuvimos hasta las tres de la tarde”, ha comentado la vecina de Pizarra, que aún sigue con el susto en el cuerpo y comprando botellas de agua potable para poder abastecerse.
Como ella, Paqui Estrada, otra de las vecinas, ha señalado cómo el momento de las inundaciones se tornó en una pesadilla, llegando a inundarse el recinto en el que viven sus gallinas. “Las cogimos y salimos corriendo, y ahora estamos sin agua”, ha señalado la vecina mientras abría uno de los grifos y por más que esperara, no salía ni una gota de agua.
Ayudas para los afectados
Ante esta situación, el delegado territorial de Agricultura y Aguas, Fernando Fernández Tapia, ha asegurado que ahora toca habilitar como medida de urgencia los espacios afectados para que las personas puedan pasar, además de estudiar qué alcance ha tenido a nivel de daños, pérdida de producción, de árboles, rotura o estado de los caminos rurales, con el fin de articular líneas de ayuda necesarias para establecerlo todo.