Magdalena Álvarez, Luciano Alonso y María Jesús Montero. La foto podría ser perfectamente la de una convención del PSOE en los primeros dosmiles, pero corresponde a 2025. Al último acto para conseguir avales en Málaga, en la ‘aldea sanchista’ de Cártama, de la actual ministra de Hacienda y la futura secretaria general de los socialistas andaluces, a la que lo de precandidata le ha sobrado desde el principio del proceso en que Ferraz (esto es Pedro Sánchez) la ubicó como nueva líder del puño y la rosa en el Sur, como nueva dueña del partido en las Marismas y sus correspondientes taifas. Eso sí, asegura que ella no viene «obligada» como advierte Elías Bendodo.
Un cuarto de siglo después de empezar el milenio, la retórica chavista (la de Manuel Chaves, no la de Chávez con z como confunden los más jóvenes del lugar) impregna el ‘nuevo viejo’ PSOE que pretende reconquistar la Andalucía entregada demoscópica y ¿sentimentalmente? a Juanma Moreno como presidente de la Junta. De hecho, aprovechó la ocasión en la Tenencia de Alcaldía de la Estación de Cártama para decir sin remilgos que ella estaba «orgullosa» de haber formado parte de los gobiernos de Chaves y Griñán… De una «Andalucía imparable», dice.
Ya es oficial: Montero será la líder del PSOE-Andalucía sin recurrir a primarias
Y de propina dejó un chiste, de dudoso gusto aunque entendible dado el contexto de batalla política, de que en el PP siguen «ERE que ERE» con algo que, a su parecer, ya está liquidado judicialmente hablando. Lo hizo, además, con Magdalena Álvarez, a la que este verano volvieron a rehabilitar en el partido tras la anulación parcial de la causa, sentada en la primera fila del auditorio. Lo que está claro es que batiendo palmas y dando guerra política este ¿de verdad ‘nuevo viejo’? PSOE que conforma María Jesús Montero va a ser muy duro en las distancias cortas.
Con un Espadas defenestrado, la ventaja en las encuestas seguía creciendo y la tranquilidad del Partido Popular era cada vez mayor. Así, ante la falta de un perfil claro o un liderazgo evidente, Pedro Sánchez echó mano de su una de sus vicepresidentas y ministras leales. De una conocida exconsejera de Salud y Hacienda, la médica sevillana que comandó la sanidad andaluza durante años con una gestión que a la larga sería muy discutida. No obstante, lo cierto es que tablas, una experiencia sobrada en la política, y poderío no le faltan a Montero, quien además tiene fuerza retórica evidente: «¿Cómo se me va a pegar a mi el acento de Madrid?» decía entre las risas de los socialistas malagueños y recordaba que a ella como a Magdalena Álvarez le han atacado como ministras por su acento.
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Los clichés para darle la vuelta a la tortilla
Puede ser que fuera Borges (o tal vez otro genio) el que decía que en literatura un tópico nunca funciona pero que cien tópicos juntos siempre funcionan. En política, ese partido viejo llamado PSOE y que conoce como nadie las entretelas de la sociedad española, y más aún de la andaluza, ha tirado del cliché con la campaña de ‘Andalucía gana’ en la que la sanidad y la educación amén de los servicios sociales son los principales caballo de batalla.
Estrategias ‘vintage’ como enarbolar la blanquiverde, algún chiste con ‘anje’, jugar con maestría la polémica sobre el acento, tirarle duro a la mandíbula a la derecha y negar la supuesta moderación. O, incluso, abogar por el contexto de una Andalucía rural (algo relativamente difícil y que ha sido un atraso demoscópico) en una comunidad desde hace décadas urbana y con numerosos municipios de más de 20.000 habitantes repartidos por todas las provincias, son algunos de los trucos que Montero quiere ejecutar contra la que afirmó era «una Andalucía llorona» con el PP al mando. ¿Quién inventó aquella expresión de «peronismo rociero»?
‘Andalucía’ de Medina Azahara, con esos potentes riffs de guitarra ha sustituido al himno del PSOE para la entrada estelar (inigualable) de la poderosa Montero en los escenarios. Un socialismo que busca la remontada -¿y la modernidad?- con una lista de canciones como ‘Un buen día’ de Los Planetas (la canción del año 2000 en la que Jota y Eric «se meten cuatro millones de rayas») o con ‘No dejes de soñar’ de Manuel Carrasco u ‘Hoy’ de India Martínez en su versión del tema de Gloria Estefan. El macarrismo escénico y el pop siempre se agradecen, dicho sea de paso.
María Jesús Montero, artillera política que supo ver la importancia del acto del IMEC para encalomarse como vicepresidenta en la firma del convenio y adelantar por la izquierda a Juanma Moreno en el protocolo, es desde luego una fajadora y, como poco, ya ha puesto nervioso a un Partido Popular que ahora tendrá que ponerse el despertador también ante el ritmo piano que le había marcado la escasa oposición de Juan Espadas. De momento, ya ha llegado, ha visto y otra cosa será lo de vencer y convencer. Empieza a haber partido porque ambos ladran y cabalgan con fuerza. Y que sea para el bien de Andalucía.