Gloria Rodríguez vive en la calle Tomás de Echevarría, el punto neurálgico de Huelin, donde el ocio no pasa desapercibido. Tampoco lo hace el ruido que este produce, contra el que la comunidad de vecinos de la zona lleva luchando ya unos cuantos años. La contaminación acústica sigue siendo una de las principales preocupaciones de los residentes que llevan más de cinco años luchando para que su barrio sea declarado Zona Acústicamente Saturada (ZAS).
Esta medida, que limitaría la apertura de nuevos locales y controlaría los niveles de ruido en la zona, continúa estancada en los trámites burocráticos del Ayuntamiento de Málaga, según informan los vecinos desde la avenida central de la calle, el primer tramo por el que luchan que se declare, a 101 Televisión.
Nacho Romera, vecino del barro e integrante de la plataforma Stop Ruidos, señala que la situación lleva años agravándose sin que se tomen decisiones concretas. «Hace más de cuatro años que pedimos la declaración ZAS, conseguimos mediciones, pero todo terminó guardado en un cajón. Mientras tanto, siguen abriendo bares de copas y la saturación sigue aumentando», asegura el malagueño.
Mediciones acústicas
En las viviendas donde más retumba el ruido a diario viven más de 300 vecinos, incluyendo personas mayores y enfermas, que sufren estrés y problemas de descanso debido al ruido constante. Todo esto, según Romera, no radica en un solo local, sino en la acumulación de bares y discotecas que, en conjunto, elevan los decibelios por encima de los niveles permitidos. «Lo que también queremos es que se vuelva a medir y se declare todo el barrio como ZAS porque esto ya es una jungla».
El impacto del turismo, especialmente durante el último año, ha sido otro factor que ha empeorado la situación, según los vecinos. «El turismo ha sido exagerado, los bares están llenos y el ruido se ha multiplicado por tres o cuatro, no entendemos cómo no se toman medidas», señala Romera.
Cinco años de trámites
Por su parte, Gloria Rodríguez, presidenta de la comunidad de vecinos de Miramar de Huelin, destaca que la declaración ZAS sigue atrapada en un largo proceso administrativo. «Empezamos en 2020 con la primera comparecencia en el Ayuntamiento para reclamar el ruido que sufrimos. En 2022, pusieron una feria en el bulevar que no queríamos, hicimos otra comparecencia y en 2023 comenzaron las mediciones acústicas, que confirmaron que el nivel de ruido era excesivo», asegura.
Aunque los trámites comenzaron en el año de la pandemia, el proceso se ha alargado más de lo previsto. «Hemos ido al Ayuntamiento hasta en cuatro ocasiones para pedir explicaciones, hubo un periodo de información pública, pero el cómputo de tiempo fue erróneo, lo que obligó a repetir todo el trámite y ahora estamos de nuevo esperando que el Ayuntamiento lo incluya en el pleno para que se declare ZAS», explica Rodríguez.
El impacto del ruido
El ruido no solo afecta al descanso de los vecinos, sino también a su salud física y mental. El estrés, la falta de sueño y los problemas de convivencia son algunos de los efectos más graves de esta situación. «El ruido se transmite por ondas, cuando en el bar de abajo se ponen a pegar gritos, patadas en el suelo o a poner música a todo volumen, lo sentimos todos en nuestras casas», relata Rodríguez, quien detalla que vibran los suelos en las 172 viviendas afectadas.
Tras tener que repetirse los trámites respectivos a la implantación de esta medida, el 4 de diciembre de 2024, desde el Área de Sostenibilidad Medioambiental se publicó en el BOP el proceso por el que volvía a salir a exposición pública, en un plazo de 30 días hábiles, el acuerdo de aprobación inicial del Plan Zonal Específico referido a la declaración de zona acústicamente saturada en el barrio de Huelin, Distrito número 7. Según confirman fuentes del Ayuntamiento de Málaga, este viernes 24 de enero finaliza dicho plazo, abriéndose ahora el proceso de revisión de todas aquellas alegaciones presentadas.